Parece
mentira que después de 44 años viviendo en Sevilla no hubiese visitado nunca
los Reales Alcázares. Me harto de hacer visitas por todas las ciudades que
pateo y aquí, en mi casa, tengo una auténtica joya y no la conocía. Imperdonable.
Ayer domingo subsané esa negligencia y durante una hora y cuarto paseé
embelesado y enganchado a las explicaciones del guía por patios, jardines y
maravillosas estancias, de asombro en asombro. Por supuesto me queda mucho Alcázar
por ver y por volver a recrearme en lo ya visto, pero bueno el primer paso ya
está dado.
Por
cierto, cuanto asiático por todos lados. Yo no los distingo, no sé si estoy
delante de un chino, de un japonés, coreano u otro que se me escapa, pero
pululan como alúas después de las primeras lluvias.
Después
de la visita cultural y para reponer fuerzas toca comer y para ello hoy hemos
reservado en Petit Cornet en la
calle 2 de Mayo, nº 30 teléfono 954 22 95 95, establecimiento
hermano menor de Petit Comité y aledaño con él. Ambos comparten cocina y carta,
con la diferencia de que en Petit Cornet todo es más informal y se pueden pedir
algunos platos por tapas, que vienen a ser como medias raciones, tipo gastrobar.
Previamente hemos reservado ya que el local es pequeño y está siempre lleno.
La
carta no es muy extensa, tampoco escueta y la de vinos está cortada por el
mismo patrón. En esta última es reseñable que hay mucha oferta de vinos
andaluces y casi todos los de la carta se pueden tomar por copas sin tener que
comprar la botella.
Para
hacer boca nos hemos tomado una cerveza
1,50 €, servida en la típica maceta y, una vez calmada la sed, hemos pedido
para comer una botella de Overo Crianza
19 €, tinto andaluz de la bodega González
Palacios sita en Lebrija, gran
bodega de vinos generosos que nos sorprende con este tinto de uvas syrah 40% y
tempranillo 60% con 11 meses en barrica. De color rubí profundo, con ribetes
frambuesas De aroma intenso destacando las frutas rojas y la ciruela
madura. Suave toque especiado y a vainilla. En boca es equilibrado y
amplio con taninos sedosos Fiel a su aroma destaca también las frutas
rojas maduras y compotas de melocotón y ciruela. Esto lo he copiado de la cata
de vino que aparece en la página de la empresa, yo a esas sutilezas no llego ni
de coña, me quedo en un “me gusta, regularcín o no me gusta”. Este me gustó.
Después
de mirar y remirar la carta, consensuamos y pedimos por este orden:
PRUEBA DE CROQUETAS CASERAS 2,90 €
Tres
croquetas de un buen tamaño, cada una de ellas de un sabor distinto. Una era
con queso parmesano y esa no la caté; las otras dos muy buenas. Acompañamiento de
hojas de rúcula, nueces y frutos secos.
ALCACHOFAS ENTERAS MARINADAS EN
HIERBABUENA “SERMACO” 7,50 €
Nos
hemos vueltos unos enamorados de las alcachofas desde que nos pegamos un viaje
por Cartagena y descubrimos todo su potencial. De bote, grandes y muy bien
aliñadas. El fondo de hierbabuena no se lo notamos, pero tampoco hacía falta.
Las lascas de jamón sobre la que descansaban las alcachofas de categoría.
PULPO CON PARMENTIER TRUFADO Y YEMA DE
HUEVO 5,50 €
Esto
fue para mí lo mejor del ágape. Nos encantó. Imprescindible.
BACALAO CON ALI OLI DE HIERBABUENA
GRATINADO 8,20 €
El
lomo del bacalao de un grosor espectacular. El bacalao se sirve sobre una capa
de cuscus y con un caldo de pescado. Para Eva fue lo mejor de todo lo que
probamos. Sin llegar al bacalao gratinado de Casa Paco, pero sin desmerecerlo.
Otro imprescindible.
TATAKI DE BUEY 8,40 €
Otro
buen plato, el buey de calidad y con un sabor profundo y complejo.
En conjunto muy satisfactorio, el local muy agradable, con una
decoración bastante original, moderna y ecléctica, el suelo tradicional
precioso. El servicio bastante eficiente, en ningún momento atosigante y la
cadencia con la que nos sirvieron los platos fue la justa. En ningún momento se
juntaron dos platos en la mesa, por cierto la mesa para dos es un poco pequeña,
pero aceptable.Nos atendió una chica cubana muy resultona y harto competente.
Nos pusieron pan y picos y volvimos a pedir. Durante la
comida nos cambiaron por tres veces el plato y los cubiertos. Al final nos
invitaron, previa sugerencia mía, a un chupito de licor de hierbas que nos pusieron
en una copa de coñac.
Repetiré.
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