Fargo, la película, me encantó,
ese paisaje de Dakota del Norte todo nevadito, esa policía tan lista y tan
embarazadita ella, esa trama tan enrevesada con secuestro, muertes, chantaje y
todo lo que la loca imaginación de los hermanos Cohen es capaz de elucubrar; y
nieve, mucha nieve por todos los lados, una blancura interminable que hiere los
ojos y que para un andaluz como yo resulta abrumadora y deprimente; lo único
bueno que yo le veo a vivir en un lugar tan puñetero, árido y congelado como
ese es que la cerveza tiene que estar fresquita fresquita, vamos que pones una
Cruzcampo gélida de esas que tiene un punto azul para ver cuando están en su
punto y el punto azul revienta de placer. A mí me sueltan en un paraje de esos
y se me caen los palos del sombrajo, con lo bien que se está aquí en una
terracita, a veintipocos grados, en mangas de camisa, oliendo a azahar y con un
platazo de caracoles por delante. ¡Vamos, por Dios!
Escena de la película, ¡Cuánta puñetera nieve! |
Ya, como de costumbre, me he ido por los cerros de Úbeda (ojo:
buscar en internet de donde viene la susodicha frase) y no es de esta Fargo de
lo que yo quería escribir, que yo quería hablar del Restaurante Fargo, y que no está en Dakota del Norte, sino en la
calle Pérez Galdós, nº 20, justito al lado de la conocidísima Plaza de la Alfalfa,
en pleno centro de la calurosa, festiva y mariana ciudad de Sevilla.
No ha mucho que el
establecimiento ha abierto sus puertas, menos de un año hace (antes en el mismo
local estaba La Pincelada Gastrobar) y con una filosofía muy muy clarita que se
puede resumir en una conversación entre el que supongo es el jefe del cotarro
(francés por cierto) y una clienta que estaba sentada en la mesa de al lado
nuestra. Él estaba tomando nota de las bebidas y al preguntarle a ella:
-Una Coca-Cola Zero
-Lo siento, no tenemos Coca-Cola, señora
-Bueno, pués entonces una Coca-Cola normal
-No señora, no tenemos Coca-Cola, en este establecimiento no hay ese
tipo de bebidas.
Identidad pura y dura: productos
ecológicos, bio, nada de fast food, mimo a los productos y una filosofía
coherente con todo ello.
Bueno que nos tomamos un par de
cervecitas mientras examinábamos con detenimiento la carta (carta, que por
cierto, se cambia todas las semanas) y nos dejábamos aconsejar por el francés;
en realidad más que aconsejar nos tuvo que informar con prodigalidad ante
nuestro supino y galopante desconocimiento de lo que significaban el nombre de
algunos platos y alguno de los ingredientes de los mismos, cosa que hizo amablemente y sin escatimar tiempo.
Una obviedad: como buen francés
que es el muchacho, en la carta abundan los platos donde el queso, para pesar
mío, tiene un protagonismo palpable. Qué le vamos a hacer.
Antes de empezar el ágape nos
agasajaron con un chupito de gazpacho de
sandía aderezado con menta triturada.
Pedimos dos entrantes:
Humus con berenjenas croisant 8 €
Tabouleh de quinoa 8 €
El humus se ha puesto demodé y justo es reconocer que este
estaba rico rico, como dice un afamado y televisivo restaurador, amén de que el
plato era en extremo generoso; pero si el humus era notable lo que resultaba
espectacular eran las finísimas láminas de berenjenas crujientes y melosas. Un
lujo asiático.
El humus con las fantasticas berenjenas |
En cuanto al tabouleh una
preciosidad de plato, cual si de un cuadro de Pollock se tratase, refrescante y
novedoso. Nunca antes había probado la quinoa y, a pesar del furor que está
causando en la alta restauración, no me pareció una cosa del otro mundo; hoy,
dos días después cuando escribo esto, soy incapaz de evocar gustativamente su
sabor.
Yo sigo con mi cerveza y Eva se apunta al tintorro de las sierras de Málga y de nombre Andresito 3,80 € la copa, me pareció caro y la copa demasiado pequeña, no acorde con el resto del menaje del local.
El Tabouleh, y debajo un Pollock |
Yo sigo con mi cerveza y Eva se apunta al tintorro de las sierras de Málga y de nombre Andresito 3,80 € la copa, me pareció caro y la copa demasiado pequeña, no acorde con el resto del menaje del local.
De tercero pedimos Ceviche de corvina salvaje 15€. El
ceviche es una as en la manga a poco que se utilicen materiales frescos de
calidad y que el cocinero tenga un poco de pericia y este sabía lo que se traía
entre manos. La corvina salvaje (supongo yo que sería salvaje) en trozos
bastante grandes perfectamente macerada y esplendida de textura y sabor.
Íbamos a pedir un cuarto plato que nos recomendaron encarecidamente unos amigos que son el culmen de la exquisitez y el sibaritismo, del buen yantar en definitiva, flores de calabacín rellenas de ricota pero cuando nuestro amigo el franchute me explico lo que era la ricota desistí ipso facto para pesar de mi parienta.
Simplemente cojonudo |
Íbamos a pedir un cuarto plato que nos recomendaron encarecidamente unos amigos que son el culmen de la exquisitez y el sibaritismo, del buen yantar en definitiva, flores de calabacín rellenas de ricota pero cuando nuestro amigo el franchute me explico lo que era la ricota desistí ipso facto para pesar de mi parienta.
Las flores de calabacín que no catamos |
De postre nos engullimos un Mass-Mouse 5 €, tarta compacta de chocolate
negro acompañada con un helado de crema de cacahuetes que hubiese hecho las
delicias de mi hija.
Para golosos chocolateros |
En total dejamos 48,40 leuros,
que me parece una relación calidad-precio altamente aceptable (con la ya
reseñable excepción del vino) y con la sensación de que es un buen lugar para
volver a probar nuevas cosas con las que deleitarse uno.
Jooooooo
ResponderEliminarY yo que creí que era un bar de tapas modelno...
Habrá que ir a probar esas delicatesen.
Modelno es Don Francisco, pero con enjundia y buen hacer
EliminarQue buena pinta tiene todo, iré y probaré esas flores de calabacín rellenas de ricotta en tu lugar. Como siempre, me encantan tus entradas. El tabouleh y el Pollock son un calco, muy buena apreciación jjjj
ResponderEliminarBesitos!
Disfrutalas en mi nombre Montse, seguro que sabrás apreciarla en todo lo que valen. Un fuerte beso
EliminarTe sigo desde hace un tiempo y comparto contigo esta maravillosa afición por el buen comer. Debo agradecerte el que me hayas enseñado algunos sitios que no conocía. Otros en cambio si. Sevilla tiene un encanto especial a la hora de salir a comer porque aqui se hace cultura comiendo. Un saludo y sigue con estas aportaciones que tan buenas haces.
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