martes, 17 de enero de 2012

MI EXPERIENCIA CON LA DIETA DUKAN


Hay que darse cuenta de lo que es la mente humana, ¡un bicho¡ pero un bicho de mucho cuidado, puñetera y retorcida como ella sola.

Os cuento.
Antes de las Navidades ya venía observando que las adiposidades acumuladas en la andorga (vulgo barriga) estaban tomando unas dimensiones ligeramente sospechosas, más que nada la observación se producía porque sistemáticamente cada tres o cuatro semanas tenía que abrirle un nuevo orificio al cinturón y sobre todo porque empezaba a notar que ciertas partes de mi pródiga anatomía ya no entraba dentro de mi campo visual, vamos, que me empezaban a resultar desconocidas. Un problema, máxime, con las Navidades por delante.

Otra consecuencia directa era que en los partidos de pádel más que correr por la bola, me asfixiaba literalmente persiguiéndola,  vamos que estaba más tiempo resoplando que jugando.

Si a todo esto añadimos que la ropa me empezaba a estar estrechita, siendo muy suave en la apreciación, es decir que  para poder ponerme algunos pantalones tenía que realizar un profundo ejercicio de apnea y alguna que otra vez yo mismo me he asustado cuando algún botón de la camisa ha salido disparado como un obús, amen del peligro que esto supone para los demás mortales que se crucen en mi camino, menos más que en invierno los jerséis son excelentes parabotones.  Bueno pues doble problema, alimenticio y económico, o adelgazo o me tengo que comprar un ajuar nuevo.

Y llegan las navidades y obviamente por mucha buena voluntad que tenía el problema se agrava. Sin entrar en detalles baste decir que, como la mayoría de nosotros,  me he pasado tres pueblos comiendo, menos mal que la bebida la he controlado estupendamente y solo he ingerido cerveza, nada de licores ni vasos largos con hielo, eso sí, el representante en mi pueblo de una muy conocida marca de cerveza sevillana al final de las fiestas me ha regalado un hermoso juego de vasos por el mecenazgo ejercido y mi contribución económica al rendimiento financiero de la empresa




A todo eso añadir que el 29 de diciembre tuve que salir desde mi pueblo escopetao para Sevilla a comprarme un par de pantalones para fin de año porque por mucho que controlara la respiración la tarea se había puesto imposible; ya unos días antes  había tenido un conato de amoratamiento harto sospechoso que disimuladamente atajé con un nuevo orificio en el cinturón hecho de mala manera en un bar y un par de botones desabrochados, gracias a que estamos en invierno y los chaquetones nos aportan servicios insospechados, la cosa pasó desapercibida.

Bueno, pues la cuestión estaba clara: régimen estricto para recuperar la figurita y para que la economía no se resienta con nuevas y obligadas adquisiciones en trapitos; y después, cuando vuelva a lucir mi apolínea cintura, llevarle a mi bendita suegra los dos pantalones para que me meta dos o tres tallitas, que no es cuestión de ir tirando el dinero.



Manos a la tarea. Me pongo a bichear por internet y, ¡albricias¡  descubro extasiado la dieta Dukan. ¡No me lo puedo creer¡ cinco días de choque a base de proteínas, sólo y únicamente proteínas y se pierde de tres a cinco kilos, esto es como un lindo  sueño: pechuguitas de pollo, entrecot de ternera, langostinos, crustáceos, huevos, gambitas, vísceras, almejas…a mí, que soy mas carnívoro que un puma de la Patagonia, que cuando entro en ciertos restaurantes ya están los camareros dándose con el codo diciendo “ahí viene el de los entrecot”, me parece una hermosa fantasía, vamos que a este franchute lo enterraba yo como a una gloria nacional en el Pantheón, junto a Víctor Hugo, cuando se muera, por supuesto.

Y el lunes 9 comienzo la faena: por la mañana entrecot, por la noche langostinos y mejillones al vapor con sus correspondientes yogurt desnatados del Mercadona que están mu, pero que mu ricos.

El martes me levanto, me peso y ¡sorpresón, un kilo y medio menos¡, eufórico sigo con la tarea, filetito de pollo matutino, lubina a la espalda vespertina y los yogures que no falten.

El miércoles empiezo a tener ciertos problemas intestinales pero, estoico e impertérrito, no desisto en el empeño, nuevo entrecot y tortillita de gambas, más mejillones y unas cañaíllas recién cocidas. Durante el día empiezo a tener alguna que otra ensoñación pero me las aparto de un manotazo, virtual, se entiende.

El jueves la preocupación se acentúa y cada vez que paso por el cuarto de baño del pasillo oigo una voz ululante que me dice “¿Ricardo, cuándo vas a venir a verme?” y yo, disimuladamente, paso de largo silbando y me hago el sordo, pero me afecta, no te vayas a creer que no me afecta. Este día comienzo a sentir pequeñas alucinaciones pasajeras; durante el almuerzo constato que el filete de pollo se transmuta a cámara lenta, como en las película, en un bollo de pan con tumaca o que al abrir el yogurt de marras (¿Quién c. inventó esto de los yogurt?) dentro reluce una hermosa, tierna, blanquita y jugosa chirimoya, con sus pepitas negras y todo ¡que cosa mas rica¡ Por la noche veo sobre el mantel de la mesa, en la parte más alejada de mí, un hermoso y rojo chorizo y salivo que ya quisieran para sí toda la jauría de  perros de Paulov.


Hay que darse cuenta de lo que es la mente humana. Que pérfida, perversa, aviesa, ruin, traidora, malvada, tramposa, ladina, retorcida, siniestra, desleal, alevosa, en fin, todos los epítetos que se le quieran poner y te quedas corto, ¡Qué cabrona¡

El viernes  empiezo a estar un pelín desanimado, sigo perdiendo peso a un ritmo regular, el laxante natural que me aconsejó el ayudante culturista de la farmacia de abajo me ha sentado de maravilla pero, así y todo, estoy un poco decaído. Me empiezo  a preocupar cuando en la clase de mate de 3º paso más tiempo mirando los bocadillos de los alumnos que a la pizarra o cuando durante la caminata diaria, de repente, me quedo parado, pasmado, mirando la fruta expuesta delante de una tienda, los ojos se me hacen chiribitas y me imagino a bocao limpio con una pera limonera chorreándome el caldito por la barbilla y cuento las horas que faltan para el almuerzo del sábado y meterle mano a unas judías verdes rehogadas con sus ajitos, acompañadas con un copazo de vino de la Rioja o, bueno,  de cualquier otro sitio y después….

Resisto como un león, me como mi carnecita, mis yogures, mis gambas y las lonchas de filete de pavo que no saben a nada (0 calorías, 0 grasas), pero cada vez que voy a la cocina, y voy muchas, muchas veces, y miro ese jamón de Guijuelo que tengo a medio consumir, siento como me sube la calor, me protesta la barriga, se me dilatan las pupilas, se me desbocan las papilas gustativas, se me anegan las papilas olfativas, me entran temblores y sudores  y me acuerdo del tal Dukan y de toda su abnegada familia.

Todo sea porque, como  dicen, cuando uno adelgaza se sublima la líbido, y a mi edad, este no es un asunto baladí, claro que para eso también tienes que poner a dieta a tu mujer.

Gracias por leerme

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16 comentarios:

  1. Muy bueno jefe, me he partido el pecho de la risa, pero deja esa dieta Dukan antes de que tu salud se resienta. No hay más secreto para adelgazar que quemar más calorías que las que se consumen vía oral. Así que mucho padel y dieta ligera pero variada.
    Alfredo

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  2. A ver, Ricardito, que ya no somos críos, déjate de dietas raras que al final lo vas a lamentar.
    Por cierto que esa dieta se parece un montón a la mía sin fibra, y no veas con lo que soñaba yo: habas, espinacas, garbanzos...
    Por cierto, y espero que este blog no o lea mi médico, debo confesar que ya he abandonado la dichosa dieta, así que cuando tú la dejes también nos vamos a poner hasta el c. de verde y de lo que no es verde.
    De tus otras consideraciones prefiero no opinar.

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  3. El Dukan ese ¿Quien es? un comentarista de carreras de canoas, Ricardo tu a lo tuyo, a seguir en tu línea, no le des respiro al cinturón y para el estomago hay Almax, así que nada duro con las tapas.

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  4. Y yo que te veo -y te veía- tan guapo como siempre... Espero que el esfuerzo compense.

    Eso sí me he reido un montón.

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  5. ¡Qué arte tienes escribiendo, Ricardo! Me he reído un buen rato. Gracias por este blog tan entrenenido.

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  6. jeje, me siento plenamente identificado...yo también hice un mísero intento de seguir la Dukan. Al final no me ha quedado otra que asumir ser un gordito padelero.

    Muy divertida la narración, me he reído lo mío.

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  7. jajajajajajaja Don Ricardo, no puedo cerrar esta pagina sin dejarte un comentario... yo tambien he intentado alguna dieta porque me venia bien para mi rodilla... pero si usted esta de acuerdo conmigo, ahora que estan de moda las huelgas porque no hacemos una en contra de las dietas? Bueno que me gusta mucho su blog, y espero que nuestra relacion de Alumno a Profesor, mejore un poco, yo pondre de mi parte, un saludo de Adrian Chaves.

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  8. haz la diera del cucurucho, te ira mejor, y se pierde peso ademas

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  9. Jajajajaja...Me ha encantado!! Y cuánta razón. Y es que el cerebro sin glucosa se enfada y no respira.

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    1. Querida Inés, como tu dices el cerebro hace maravillas miles y putadas múltiples, es cuestión de no echarle mucha cuenta en según que casos. Me alegra que te haya gustado y, sobre todo, que te hayas reído. Gracias por el comentario

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  10. jajajajjaja ricardo eres un crack!!! lo que me he podido reír contigo..!!!
    Solo decirte que mucho animo con esa dieta...a mi no me funcionó y en la que estoy ahora que es una personalizada que me han realizado en el centro Sonoclinic y genial..=)
    Nosotros podemos!!=)

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    1. Amiga Saray como puedes entender la entrada está escrita de coña, pero si es cierto que hice la dieta durante una semana y que perdí 4 kilos, con los años los he vuelto a coger, pero en aquel momento me resultó efectivo. Gracias por el comentario

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  11. Es una dieta que funciona siempre y cuando se siga correctamente pero creo que el ejercicio es necesario acompañando a la dieta, si no el peso que se pierde no es el mismo. Para después de las navidades no es una mala opción.

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  12. La dieta Dukan es como todas, siempre que se hace una dieta se echa de menos todo lo que la dieta te prohibe.

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