Esta mañana a Sevilla le
faltaba el olor a azahar, sólo eso le faltaba, adolecía del olor a azahar de sus miles de
naranjos. Todo lo demás lo tenía.
La mañana luminosa y esplendida,
la temperatura en su justo punto,
picando al sol sentado en una terraza y agradable a la sombra, la calle llena de mujeres hermosas, los
parques de la Alameda de Hércules repletos de chiquitines con sus pantalocitos
cortos y sus madres expectantes siguiéndolos con la mirada y una condescendiente
sonrisa de amor en los labios. Las terrazas abarrotadas y un fluir de otras lenguas
a tu alrededor, murmullos exóticos, a veces duros, otros musicales, todos
misteriosos.
Sevilla cosmopolita y
poliglota, ecuménica, castiza y progre; señoras con abrigos de astracán saliendo de misa
de doce del brazo de su enchaquetado marido se mezclan con alternativos que pasean sus rastas hasta la
cintura junto a un par de perros cuneros que los siguen con entregada adulación.
Hoy, Eva y yo, hemos cambiado la ruta de aproximación al
Centro, lo hemos hecho vía Macarena hasta el puente de la Barqueta y luego
bajando por Calatrava hacía la Alameda. Hemos paseado despacio, sin prisas, observándolo
todo con ojos de niño chico, que, sin duda, son los mejores ojos para observa
las cosas que discurren y acaecen a nuestro alrededor y de las que, la mayoría de las veces, no nos damos cuenta.
En nuestro deambular nos hemos detenido en la librería La Extra-vagante (la del hermano de Lalo) y allí nos hemos recreado un ratito con el catálogo interminable expuesto en sus estanterías, hemos manoseado los hermosos tomos y, al final, he comprado el siguiente libro de Almudena Grande El lector de Julio Verne con la esperanza (más bien certeza) de que me guste tanto como el anterior Inés y la alegría, del que por cierto no hace mucho hice una crónica en este blog.
En nuestro deambular nos hemos detenido en la librería La Extra-vagante (la del hermano de Lalo) y allí nos hemos recreado un ratito con el catálogo interminable expuesto en sus estanterías, hemos manoseado los hermosos tomos y, al final, he comprado el siguiente libro de Almudena Grande El lector de Julio Verne con la esperanza (más bien certeza) de que me guste tanto como el anterior Inés y la alegría, del que por cierto no hace mucho hice una crónica en este blog.
A la una nos dirigimos
hacía la plaza de San Lorenzo. Antes de llegar a ella nos recibe el estruendoso
alboroto de la colonia de cotorras argentinas que viven en las dos palmeras de
la plaza, peleonas y vociferantes, incordiantes, molestas y chillonas. He pensado en los pobres inquilinos que día a día, hora a hora soportan su interminable parloteo. En plena plaza veo el constante hormigueo de cientos de personas que , devotos, visitan al Señor de Sevilla.
La terraza del bar Eslava aún tiene mesas libres y
aprovechamos la ocasión para tomar un aperitivo. Cuatro birras (1,20 €), y dos tapitas:
Huevo sobre bizcocho de boleto y vino dulce (2,50 €)
Vieiras sobre crema de algas y fideos chinos (2,50 €)
De la primera sólo
decir que fue la tapa ganadora del primer concurso de la tapa de Sevilla del
año 2010 y que se ha convertido en santo y señal de establecimiento, además con
pleno merecimiento. La concepción de la idea es genial y sencilla. Sobre una
reducción dulce un bizcocho de boletos coronado con la yema de un huevo en su
justo punto. Supongo que conseguir el bizcocho tendrá su miaja de arte.
Delicioso, sencillamente delicioso
La segunda no desmerece
en absoluto de la primera. Tres corales de vieiras a la plancha sobre una
cama de finísimos y crujientes fideos chinos acompañado por una sabrosa crema
de algas.
Tan bueno o mejor que la anterior
Imprescindible probarlas.
Una vez que el cuerpo ha entrado en caja nos dirigimos hacía nuestro
destino del día: Restaurante La Dalia, calle Trajano, nº 44. Hace un par de meses compré un
bono en Groupón por 22 € para este restaurante de nueva apertura (no hace más
de 3 meses desde que se inauguró). Dicho bono me ofertaba un menú consistente
en dos entrantes, dos platos principales y una botella de vino.
El local está impecable, las mesas separadas y cómodas y la chica que
nos sirvió atentísima y muy profesional.
Eso sí, todo de negro como es la actual moda imperante.
La botella de vino de Rioja que nos pusieron fue Azabache, crianza del 2007 (7,50 €) y los dos entrantes que pedimos
de una extensa carta fueron:
Brik de cola de toro con crema de membrillo y salsa
de regaliz (7,50 €)
Risotto negro con sepias,
gulas y carpaccio de langostinos con alioli verde (8,50).
Cada uno de los brik eran de una longitud análoga a mi mano
El brik dos largos canutos envueltos en una pasta superfina rellenos muy
generosamente de la tierna carne de la cola de toro, ligaba perfectamente en
boca con la crema de membrillo y el sutil punto del regaliz. Eva y yo empezamos
a mirarnos expectantes ante el descubrimiento que estábamos haciendo.
El sensacional risotto, lo blanco que está sobre el arroz es el carpaccio de langostinos.
Del risotto baste decir que es el mejor que he probado en toda mi vida, incluido
Tradevo, Puratasca, Gastromiun, etc. El sabor a sepia y tinta intensísimo; el negro profundo, abisal, metálico, azabache; el carpaccio
de langostinos como en el Gastromiun, las gulas doraditas, en fin, como dije antes,
el mejor risotto de mi vida y nada de una tapita, un señor plato en toda regla.
Lo que quedó del risotto, esa mano que arrebaña y apura es la mía.
Una copita de vino para relajar las mandíbulas y,
sin lugar para el descanso, los dos platos principales:
Eva se decantó por Bacalao confitado con ajoblanco y aceite de cebollinos (12 €)
Yo por Entrecot
de buey con gratén de patatas y mostaza antigua (15 €)
Simplemente en la línea de los entremeses,
perfectos.
El bacalao cubierto por
una montaña de puerro, cebollinos y otras verduritas, todo muy finamente cortado y frititos hasta
estar crujientes. Las lascas del bacalao impresionantes. el fondo gustoso.
El entrecot en su
punto, tal y como lo pedí, con un corte que nunca me habían puesto (bueno una vez en San Sebastian, en Arzak me pusieron algo parecido, pero mejor, justo es decirlo), en un taco
cuadrado de unos cinco centímetros de lado, sellado por los cuatro costados y
semicrudo por dentro. Presentado loncheado y cubierto con sal de escamas. Hice
un ímprobo esfuerzo, pero me lo comí entero, no era de recibo dejar en la mesa
tal manjar. Tan bueno estaba que decliné usar la crema de mostaza antigua para no desvirtuar el sabor de la carne. En honor a la verdad y a pesar mío, dejé la mitad del gratén de patatas, sencillamente no podía mas.
En total todo nos
hubiera costado 50,50 € y lo hubiese
pagado gustosísimo, pero es que me costó 22
€, por supuesto si vuelven a poner a la venta cupones para este restaurante
los volveré a comprar y os avisaré a todos porque realmente es una ganga.
Un atentico descubrimiento a la altura de lo mejorcito de Sevilla.
De vuelta a casa, paseando despacio para bajar la comida, en San Pedro, de nuevo la Sevilla mariana, castiza y machadiana sale a nuestro encuentro. Una cuadrilla de costaleros, de la hermandad del Valle, bajo la atenta mirada del capataz, bajo un sol de justicia, entre sudores, ensayan y ponen a punto todos y cada uno de los distintos pasos.
Al cielo con ella,mis valientes. Ordena el capataz.
Entre el conjunto de mirones que, embelesados, miramos y fotografiamos el espectáculo me encuentro con Mamen, que, terrina de helado en mano (de Raya por supuesto), disfruta junto a sus retoños del magnifico mediodía.
Estoicos, sin la menor queja, los coches siguen en procesión al descabalgado paso por la calle Almirante Apodaca, en dirección al Tremendo, en cuyas mesas, con la satisfacción y el cansancio reflejado en sus rostros, apagan su sed un buen número de costaleros.
Un atentico descubrimiento a la altura de lo mejorcito de Sevilla.
De vuelta a casa, paseando despacio para bajar la comida, en San Pedro, de nuevo la Sevilla mariana, castiza y machadiana sale a nuestro encuentro. Una cuadrilla de costaleros, de la hermandad del Valle, bajo la atenta mirada del capataz, bajo un sol de justicia, entre sudores, ensayan y ponen a punto todos y cada uno de los distintos pasos.
Al cielo con ella,mis valientes. Ordena el capataz.
Entre el conjunto de mirones que, embelesados, miramos y fotografiamos el espectáculo me encuentro con Mamen, que, terrina de helado en mano (de Raya por supuesto), disfruta junto a sus retoños del magnifico mediodía.
El paso seguido por toda una cohorte de adláteres
Estoicos, sin la menor queja, los coches siguen en procesión al descabalgado paso por la calle Almirante Apodaca, en dirección al Tremendo, en cuyas mesas, con la satisfacción y el cansancio reflejado en sus rostros, apagan su sed un buen número de costaleros.
Y como colofón al día, milagro.
Cuando abro la puerta de casa me inunda un profundo aroma a incienso que se ha
colado por una de las ventanas.
PUNTUACIÓN DEL ESTABLECIMIENTO: 8
Después de otra visita constato que el bar ha bajado estrepitosamente.
PUNTUACIÓN: 6,50
Gracias por leerme
Pues solo comentar que acaban de cambiar la Carta, y que lamentablemente no podreis encontrar ni el Entrecot de Buey, ni el risotto de tinta... :-(
ResponderEliminar¡Una faena, después de lo leido!
Eso sí; los saquitos de magret de pato estaban de muerte, y unas simples patatas bravas, magníficas.
El carpaccio de presa con migas le gustó más a mi mujer que a mí. Empate.
Las tapas , generosas y el servicio muy agradable.
En fin. Lamento que de los dos risotos hayan dejado el menos original, al menos a mi juicio.
He vuelto en esta Semana Santa de 2013. El bar no se parece ni por asomo al que yo conocí, lamentablemente su nivel ha bajado un montón. Una autentica pena. Le he rebajado la nota a un 6,50
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