PARTE 5.
UN ELEMENTO DISONANTE: LA PUÑETERA CINTA
Probablemente el
elemento mas irritante del pádel es la cinta, no la red, no, la red no, la
cinta, la puñetera cinta. Esos cinco centímetros de color blanco que coronan la
red. Que jodida, sibilina, traidora y mala pécora resulta, pero lo peor y más
misterioso de todo: ¿por qué está siempre en contra mía? Y no lo digo por
decir, a los hechos me remito:
Situación one: Rematas como los ángeles, la bola da en la cinta, se pasea
por el borde asomándose furtivamente a cada lado de la cancha y, en el último
suspiro mientras tu corazón late desbocado, cae en tu campo.
- -- Maldita
sea.
Te mesas los cabellos y maldices entre
dientes.
Situación two: Te remata el contrario, la bola de nuevo da en la cinta, baila
en el borde, se entretiene juguetona un eterno segundo al borde del precipicio,
dudando (me quieres, no me quieres, me quieres…) y, en el último suspiro
mientras tu corazón late aún más desbocado y por lo bajini le rezas ¡no te quiero, no te quiero, a tu campo, a
tu campo¡ la jodida pelota vuelve a caer en mi campo. Te vuelves a mesar
los cabellos, te pones de rodillas con las manos en la cabeza y maldices a viva
voz:
- -- No puede
ser, equidad, justicia, yo reclamo justicia. Esto no me puede estar pasando
otra vez. Dos veces seguida noooooooooooooooo
Mientras tanto tu contrincante levanta
el brazo y enseñándote la palma de la mano abierta, los cinco dedos estirados, te
dice “perdón” con una pérfida sonrisa
en los labios, que tú no ves porque tiene tapada la boca con la otra mano, pero
que la hueles como un sabueso de fino olfato huele una salchicha. Y en lugar de
ver al amigo que juega contigo todos los miércoles de siete y media a nueve,
miras y ves a un nazi con bigotito que te saluda con sorna, brazo en alto,
mofándose de ti, y en eso, se te nubla la mente y tu compañero te tiene que
agarrar de la camiseta para que no te saltes la red y le hagas tragar el
perdoncito de marras junto con media raqueta a la plancha.
Tal como así cogía yo al del perdoncito de marras con recochineo
Y ahora viene lo peor de todo.
Situación three: Estas en la
red, tienes acorralados a tus rivales que a duras penas se defienden como
buenamente pueden; en esto, desesperado, unos de ellos te devuelve una pelota blandita
y bajita que viene justo a donde tú estás, ideal para lucirte con una volea de esas
de libro, bonita, elegante, estética, tipo Federer en sus mejores tiempos. La
esperas y te estás relamiendo, la boca hecha agua, la raqueta colocada en el
sitio justo donde sabes que la bola va a impactar, y entonces….!zas¡ la pelota
roza la cinta y salta unos centímetro hacía arriba cambiando drásticamente la
trayectoria. Te pones en estado de shock y te contorsionas como un mimo pasado
de revoluciones en un fútil intento de alcanzar lo inalcanzable; gesticulas,
raqueta en mano, en un escorzo imposible, como un poseso, todo ello con el
consiguiente riesgo añadido de autogolpearte con la herramienta de trabajo y de
hacer el más espantoso de los ridículos con tus contorsiones.
La imagen es de tenis, pero ilustra perfectamente las contorsiones que hacemos cuando la bola da en la cinta y nos descuadra la posición. Puro ridículo.
.
Abatido, la observas pasar silbando a tu lado y sucumbes a la desesperación. Y esta vez no maldices, ni te cabreas; simplemente te das la vuelta y cabizbajo, ambos brazos caídos pegados al cuerpo, la raqueta rozando lastimosamente el suelo, ligeramente encorvado, con el peso de la tremenda arbitrariedad en tus espaldas, te diriges al fondo de la pista murmurando para tus adentros, como Felipe II
- -- No mandé
mis naves a luchar contra los elementos
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