martes, 6 de marzo de 2012

Un elemento disonante: la puñetera cinta


PARTE 5.
UN ELEMENTO DISONANTE: LA PUÑETERA CINTA

Probablemente el elemento mas irritante del pádel es la cinta, no la red, no, la red no, la cinta, la puñetera cinta. Esos cinco centímetros de color blanco que coronan la red. Que jodida, sibilina, traidora y mala pécora resulta, pero lo peor y más misterioso de todo: ¿por qué está siempre en contra mía? Y no lo digo por decir, a los hechos me remito:

He aquí la pesadilla de más de uno

Situación one: Rematas como los ángeles, la bola da en la cinta, se pasea por el borde asomándose furtivamente a cada lado de la cancha y, en el último suspiro mientras tu corazón late desbocado, cae en tu campo.
-       -- Maldita sea.
Te mesas los cabellos y maldices entre dientes.

Situación two: Te remata el contrario, la bola de nuevo da en la cinta, baila en el borde, se entretiene juguetona un eterno segundo al borde del precipicio, dudando (me quieres, no me quieres, me quieres…) y, en el último suspiro mientras tu corazón late aún más desbocado y por lo bajini le rezas ¡no te quiero, no te quiero, a tu campo, a tu campo¡ la jodida pelota vuelve a caer en mi campo. Te vuelves a mesar los cabellos, te pones de rodillas con las manos en la cabeza y maldices a viva voz:
-      --  No puede ser, equidad, justicia, yo reclamo justicia. Esto no me puede estar pasando otra vez. Dos veces seguida noooooooooooooooo
Mientras tanto tu contrincante levanta el brazo y enseñándote la palma de la mano abierta, los cinco dedos estirados, te dice “perdón” con una pérfida sonrisa en los labios, que tú no ves porque tiene tapada la boca con la otra mano, pero que la hueles como un sabueso de fino olfato huele una salchicha. Y en lugar de ver al amigo que juega contigo todos los miércoles de siete y media a nueve, miras y ves a un nazi con bigotito que te saluda con sorna, brazo en alto, mofándose de ti, y en eso, se te nubla la mente y tu compañero te tiene que agarrar de la camiseta para que no te saltes la red y le hagas tragar el perdoncito de marras junto con media raqueta a la plancha.
Tal como así cogía yo al del perdoncito de marras con recochineo

Y ahora viene lo peor de todo.

Situación three: Estas en la red, tienes acorralados a tus rivales que a duras penas se defienden como buenamente pueden; en esto, desesperado, unos de ellos te devuelve una pelota blandita y bajita que viene justo a donde tú estás, ideal para lucirte con una volea de esas de libro, bonita, elegante, estética, tipo Federer en sus mejores tiempos. La esperas y te estás relamiendo, la boca hecha agua, la raqueta colocada en el sitio justo donde sabes que la bola va a impactar, y entonces….!zas¡ la pelota roza la cinta y salta unos centímetro hacía arriba cambiando drásticamente la trayectoria. Te pones en estado de shock y te contorsionas como un mimo pasado de revoluciones en un fútil intento de alcanzar lo inalcanzable; gesticulas, raqueta en mano, en un escorzo imposible, como un poseso, todo ello con el consiguiente riesgo añadido de autogolpearte con la herramienta de trabajo y de hacer el más espantoso de los ridículos con tus contorsiones.

La imagen es de tenis, pero ilustra perfectamente las contorsiones que hacemos cuando la bola da en la cinta y nos descuadra la posición. Puro ridículo.

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Abatido, la observas pasar silbando a tu lado y sucumbes a la desesperación. Y esta vez no maldices, ni te cabreas; simplemente te das la vuelta y cabizbajo, ambos brazos caídos pegados al cuerpo, la raqueta rozando lastimosamente el suelo, ligeramente encorvado, con el peso de la tremenda arbitrariedad en tus espaldas, te diriges al fondo de la pista murmurando para tus adentros, como Felipe II

-       -- No mandé mis naves a luchar contra los elementos

Mientras oyes, a los lejos, como en un maldito y húmedo sueño, muy bajito, “perdón"

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1 comentario:

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