Después de dos semanas de abstinencia volvemos a
las andadas.
Hoy es día grande en Andalucía,
grande por importante, grande por trascendente, preñado de miedos y temores para
unos y colmado de ilusiones para otros. Unos luchando por conservar las riendas
que hace treinta años cogieron, los otros prestos a coger un timón que nunca
antes estuvo en sus manos. Ahora mismo, las siete menos cuarto, acaban de dar datos
de participación y hay un notable déficit de participación con respecto a anteriores
consultas. Que poco responsabilidad.
Eva y yo como un reloj,
a las doce en punto, cumplimos nuestra obligación cívica depositando la papeleta en la transparente
urna.
Cogemos el bus y nos bajamos
junto a la plaza de toros, nos paramos a ver la estatua ecuestre de la Condesade Barcelona y la del matao Curro Romero. Paseamos por los aledaños entre una vorágine
de turistas arremolinados junto a su guía que le pergeña cuatro gotas de la
historia sevillana mientras echan fotos con sus diminutas cámaras a diestro y
siniestro.
Nuestros pies, con
voluntad propia, se dirigen a la bodeguita Romero en busca de una cervecita y esa
pringa que quita el sentido, aromática, jugosa, clásica, compleja……. Pasar por
esta zona de Sevilla y no llevarte a la boca esta maravilla culinaria no tiene
perdón de Dios.
Después del leve
refrigerio partimos en busca de nuestro destino de hoy: La Bulla, C/ 2 de Mayo
nº 26, gastrobar del que tenemos múltiples referencias; de él nos habló Ernesto
en el Gastromiún, sabemos de su relación con Puratasca y que su jefe de cocina Jesús
es el hijo de un artista cimarrón que se llama Diego y regenta con sabiduría el hermoso camping Batán de las Monjas en la rivera de San Nicolás del Puerto, por cierto en el bar de
dicho camping su mujer hace con diferencia el mejor pisto del mundo mundial.
Cuando llegamos vemos
que en la parroquia Nuestra Señora del Rosario que está enfrente están
expuestos al publico los dos pasos que en breve procesionaran entre el fervor
de su gente por las calles de Sevilla. De dentro de la capilla sale un rezo que
nos envuelve.
El bar es amplio y la estética
nos recuerda al Puratasca, la cocina abierta a la vista es esplendida y en ella
pululan afanosos como hormiguitas seis cocineros, fuera de la barra atienden al
menos otros cuatro a los parroquianos, todos franceses menos Eva y un servidor.
Nos atiende una
chiquita llamada Cielo, dulce y atenta como su nombre, y nos comunica para
nuestro desencanto que Jesús tiene el día libre, como es norma pegamos la hebra
y nos dejamos aconsejar de su sapiencia.
Para calmar la sed
primaveral dos cervezas (1,60 €) en
vaso tipo maceta.
Para calmar la gula
primero carpaccio de pez espada (5,30 €)
y de segundo arroz meloso de setas (5,90
€)
El carpaccio presentado
con trocitos de mango y otras pequeñas cositas rojas que no logro identificar,
acompañado de un popurrí de lechugas varias. A Eva le gusta mucho, para mí le
falta carácter (no soy mucho de pez espada) y, sobre todo, un toque ácido.
Carpaccio de pez espada
El arroz meloso generoso
y en su punto, con un fuerte aroma a setas y una poderosa presencia de las
mismas. Tuvimos el enorme placer de ver como lo preparaban en cuestión de
minutos al tener ya el arroz precocinado: A una sartén ligeramente aceitada
unos cucharones del arroz con las setas, un poco de un misterioso polvo y tres
buenos chorreones de otras tantas cremas; al fuego, unos enérgicos movimientos
con la paleta y con la muñeca yen un par de minutos listo.
Yo sigo de cerveza y
Eva se pasa al Ribera, concretamente pide por recomendación de Cielo una copa
de Dardanelos
(3 €) con fuerte sabores afrutados y un punto de acidez.
Para dar el golpe de
gracia pedimos Bacalao Confitado (6,70
€) y de colofón Pulpo gratinado (9
€).
Siempre que pedimos
bacalao no podemos evitar acordarnos del que ponen en casa Paco, pues bien este
no lo desmerece en absoluto, la presentación del plato infinitamente mejor, un
lienzo trazado con mimo, rematada por una flor comestible.
El bacalao de
superlujo, grueso, en su punto de sal, perfectamente cocinado y que se deshace
en la boca, debajo una especia de bechamel untuosa con toques de vainilla. Las
dos cosas juntas, bacalao y bechamel, un orgasmo.
Otra cervecita y otro
vino para celebrarlo.
Si el bacalao estaba
bueno el pulpo pa quitarse el sombrero y hacerle una reverencia, el fondo una
salsa de no sé que cosa con fondo de pimentón que arrebañé con pan cuando dimos
buena cuenta de los trozos de pulpo.
Como resumen decir que
la fiesta nos salió por 36,70 € (una
copa de vino no la cargaron en cuenta), me gustó el local, la atención me
pareció adecuada y amable siempre, la calidad y presentación de los productos
muy bien y el único pero que le pongo es que me parece un poco subido de precio,
ese tipo de tapas están en los gastrobares similares en calidad a este sobre
los cuatro euros y algo, la semirración de pulpo también un poco subida.
Pero todo estaba buenísimo
y el trato fue primoroso.
PUNTUACION DEL
ESTABLECIMIENTO: 6,5
Gracias por leerme
¿Te has percatado de que a medida que aumenta el nivel etílico sube- de forma harto sospechosa- la calificación de las tapas?
ResponderEliminarEso es por el "dopping", supongo.
Ciertamente no me había percatado de de tal circunstancia, cuando me lo has mencionado me he quedado pensativo; posteriormente he podido comprobar que en otros bares ocurre todo lo contrario.
ResponderEliminarNo sé si es doping meterse entre pecho y espalda tres cruzcampo fresquita, pero si lo es.... bendito doping