Me gustan las sardinas, no puedo
ni quiero evitarlo, me gustan las humildes sardinas, me gustan muy mucho, a
rabiar. Me gustan en espetos, asadas, fritas, en papilote, encurtidas,
aliñadas, en salazón, en escabeche, marinadas, enlatadas…..de todas las formas
imaginables. Y encima me traen añoranzas de tiempos pretéritos, hermosísimos
recuerdos de cuando era un pipiolo imberbe y aún de antes, de cuando callejeaba
por el pueblo con las rodillas al aire llenas de matauras y unos viejos
pantalones cortos remendados.
sardina pilchardus |
De aquellos finales de los años sesenta
me vienen a la memoria los salados sabores de las sardinas arenques. ¡Que
buenas las sardinas arenques! Cuantas veces me mandaba mi madre a la única
tienda de comestibles que había en el pueblo, a casa de Fernandito, a comprar
cinco o seis sardinas de esas que venían primorosamente puestas en una preciosa
barrica quien sabe de dónde procedente. Y luego, ya en casa, el rito de
estrujarlas someramente, con mucho cuidado de que no pasarse y que se le
saliesen las tripas, envueltas en papel de estraza, en el quicio de la puerta
para poder despellejarlas con más facilidad.
Después, años más tarde, cuando
una pequeña bonanza empezaba a aflorar y empezaron a llegar algunos productos
frescos al pueblo (de higos a brevas, pero llegaban) recuerdo a mi padre
asándolas en el corral (“José, eso lo
asas fuera en el corral, que si no me ahúmas toa la casa” repetía como un
mantra mi madre cada vez que se terciaba la ocasión) sobre un anafre de carbón
al que abanicaba suavemente con un tieso soplillo de tela para encenderlo. Y
después, ya en la mesa, la ceremonia de cogerlas del plato y ceremoniosamente
descamarlas impregnándonos los dedos con el sutil hollín de las chamuscadas
escamas y, ya impolutas, depositarlas sobre la blanca hogaza de pan y empezar el
esperado ágape degustándolas. Y, si por casualidad sobraban algunas, mi madre
las limpiaba amorosamente y las ponía a
macerar en un cuenco de barro sumidas en un aguachirri con aceite, sal y un
poquito de vinagre acompañadas de una pipirrana de tomate, cebolla y cebolla.
Esa era la cena por la que mi padre se
pirraba.
¡Que cosa más rica! |
¡Y las migas con
sardinas!...............
Añoranzas de un tiempo que no
volverá.
Todo esto viene a cuento y me ha
venido así a vuelapluma pensando en que las sardinas se han puesto de moda
dentro de la oferta culinaria de los bares en Sevilla y una de sus
preparaciones se ha impuesto categóricamente: Las sardinas marinadas, de mil
formas distintas, con multitud de matices, pero marinadas.
Yo creo que las primeras que
probé fueron las de Gonzalo en El Tradevo, si, esas cuya foto son la cabecera
del blog, y ahí me enamore hasta el tuétano y me convertí en un fan
incondicional, en el creador y a la vez ferviente seguidor de una extraña y
peculiar secta culinaria: los adoradores-degustadores de las sardinas maceradas.
Luego las he probado de todos los
tipos y de todas las formas, con diferentes texturas, sobre diferentes bases y
con dispares acompañamientos; unas me han gustado más y otras menos, pero de
todas guardo un emocionado recuerdo. Con el tiempo me he dado cuenta de que cuando
visito un nuevo establecimiento y desgrano su carta para pedir la comanda,
olisqueando como un perro en busca de las ocultas trufas, siempre siento el
pellizco de descubrir en ella una nueva joya sardinil ignota y cuando esto
ocurre lo celebro y lo disfruto.
Este es un leve paseo por mi
Olimpo particular, mi peculiar guía Michelin sin estrellas de las sardinas
marinadas en Sevilla.
Sardinas marinadas sobre tosta con pesto rojo, aguacate y tapenade de Al-Aljibe
Sardinas maceradas sobre tostas de pan de sésamo de Binomio
Sardinas marinadas sobre tosta con pesto rojo, aguacate y tapenade de Al-Aljibe
Sardinas maceradas sobre tostas de pan de sésamo de Binomio
Tosta de sardinas marinadas con tomate Concasse de Lumbreras Tapas
Lomo de sardina con melaza de tomate de Micelas Gastronomía
Sardinas maceradas sobre tostá de pan de sésamo y compota de tomate de La Pepona
Sardinas confitadas sobre sofrito de tomate casero de Veloute
Lomo de sardina marinada sobre tosta de pimientos rojos de Tradevo
Y por último una de fuera de Sevilla Sardinas marinadas sobre pan arriero con mermelada de pimientos y berenjenas de Arrieros en Linares de la Sierra
Y esto es todo por el momento, si conoceis algún que otro establecimiento donde pongan una buena sardina macerada como sea os pediría encarecidamente que me lo comenteis.
Si alguien está tan loco como yo y desea pertenecer al club de los adoradores-degustadores de las sardinas maceradas no tiene más que decirmelo e ipso facto lo apunto, le tocaría el nº 4.
Lista de socios:
1.- María Eva Trigo Sánchez
2.- Ricardo Roldán Alonso
3.-Andrés Santamaría Santigosa
Sólo decirte que aquí tienes otro "loco" de las sardinas: noble producto pardiez.
ResponderEliminarYo recuerdo con deleite las sardinas con guacamole, tomate y olivas negras De Brunilda Tapas" y otras que probé en el restaurante Alcuza, cerca de la Buhaira (en San Bernardo) que iban con una especie de melaza de tomate y algo más que no recuerdo, pero que me impresionaron sobre todo por la frescura y lo sabroso de la sardina en sí.
Bueno, que yo también me apuntaría a eso del amor por la sardina.
Gracias Andrés, te acabo de asignar el número 3 del club. Visitaré ambos establecimientos es pos de las sardinas
EliminarPodrías darme la receta para marinar las sardinas, soy como tu madre y en casa no las guiso ni loca, pero podría marinar las porque me encantan
ResponderEliminar¿Alguien podria decirme donde puedo comprar sardinas en arenqu en sevilla? No estoy buscando un bar, si no la pieza entera para poder llevarmela a casa y prepararla yo. Gracias!
ResponderEliminarEn las grandes superficies las venden, ya no viene en barricas sino al vacío.
EliminarMe entusiasma muchísimo la diversidad de maneras de acompañar y enriquecer tan preciado Manjar Reservado sólo para pocos Afortunados de Las Delicias de esta Vida Presente..
ResponderEliminarMil y Un GRACIAS..!!!