Así que el jueves, en cuando
acabé las clases a mediodía, me cambié en el despacho, me puse ropa de campo y
enfilé raudo como las balas a la sierra, que a mí el campo me tira como a las cabras
el monte, o más todavía si eso es posible. Bocata de chorizo que me preparé por
la mañana, mi botellita de agua y la cesta pa la setas y con esas tres cosillas
yo más a gusto que un guarro en un charco.
Salgo de Sevilla sobre la una y
media y en cuarenta minutos estoy en medio de un pinar buscando níscalos. Cosa
extraña, cuando llego no veo ni un coche aparcado por los alrededores, claro
que la hora tampoco es como para ponerse a andar cerro arriba cerro abajo, a
estas horas eso lo hacemos tres o cuatro majaras como yo y ya somos mucho. En
ese sitio he estado la tira de veces y siempre he llenado la cesta en un
ratito, pero de unos años para acá la cosa se ha puesto chunga chunga,
chunguisima, vamos que encontrar un puñetero níscalo es más difícil
que localizar a Waly en Central Park en hora punta.
Estos no son de este día |
A las dos horas de dejarme la
vista entre las pinazas he claudicado, me he rendido míseramente. Veintitantos níscalos
de mala muerte, poco más de medio kilo, a níscalo cada cinco minutos más o
menos y varias hectáreas de pinares trilladas. Si hago la suma de la gasolina,
el caldeo andando que me he pegado y el mosqueo por lo parco del resultado las
cuentas no me sale ni haciendo trampa, pero……………
¿Y que hago yo con medio kilo de
níscalos? Me preguntaba yo atribulado mientras enfilaba la autovía de vuelta a
casa y de pronto ¡zas, se me ilumino la
mente! Voy a prepararlos en un escabeche
y luego los voy a servir acompañados con unas sardinas en aceite de oliva, nada
del otro mundo, claro que estas cosas se me ocurren a mí a cada momento; vamos
que voy por la calle paseando con mi señora o estoy tomándome una copa con los
amigos y mi mente es un hervidero contante de bocetos que ni a Ferrán Adrià en
su famoso Bulli.
La verdad sea dicha, y esto que
no salga de aquí, es que la receta del escabeche la vi por casualité hace unos
días en un blog al que sigo habitualmente www.cocinaconpaco.com
y me pareció interesantísima y el añadido de las sardinas me lo sugirió mi
santa recordando una receta antigua que yo solía hacer.
Va por ustedes señores:
Ingredientes:
Níscalos, unas hojitas de laurel,
unos granos de pimienta negra, varios dientes de ajos, pimentón, una zanahoria,
vinagre, aceite de oliva y sal.
Preparación:
Una vez bien limpios los níscalos
y cortados en trozos medianos los cocemos en abundante agua con sal y dos
hojitas de laurel durante veinticinco minutos desde que el agua empieza a
hervir. Cuando lleven hirviendo 15 minutos incorporamos la zanahoria en rodajas.
Pasado el tiempo los quitamos del fuego, los escurrimos bien y los reservamos.
En una cazuela ponemos un fondo
de aceite y los ajos que nos parezca (yo puse siete) partidos por la mitad y
los doramos con calma y mucho cuidado de que no se quemen, cuando estén en su
punto los sacamos y reservamos; apartamos la cazuela del fuego, dejamos que se
enfríe un poco el aceite y ponemos el
pimentón (como una cucharadita de café, puse mitad dulce y mitad picante, pero
eso al gusto) removemos bien.
Al fuego otra vez con la cazuela y le ponemos los níscalos y las
rodajas de zanahoria que teníamos reservado, removemos durante un minutito para
que todo se mezcle bien, le agregamos los granos de pimienta, dos hojitas de laurel
y un generoso chorreón de vinagre (de nuevo depende del gusto de cada uno y de
la fuerza del vinagre que se tenga, yo le puse como medio vaso de uno comercial
flojito), cubrimos de agua y rectificamos de sal.
Dejamos cocer sobre quince
minutos, hasta que la salsa tome una consistencia cremosa.
Es hora de buscar un bonito plato
y amorosamente en el centro poner un fondo del escabeche con un poquito de esa
untuosa salsa que hemos logrado. Abrimos una latita de sardinas en aceite de
oliva (la marca la elije usted) la escurrimos bien y colocamos con cuidado de no romperlas las
sardinitas sobre los níscalos, rematamos con un chorreón de un buen aceite de
oliva virgen, nos servimos un copazo de vino, nos ponemos una servilleta a modo
de babero y ahí nos las den todas.
No, si yo lo sabía, ya estoy
pensando que mañana soy capaz de volver a la busca y captura de lactarius
Buenos días Ricardo. Has preparado unos níscalos extraordinarios, con esas sardinitas que les has puesto tienen que estar de vicio.
ResponderEliminarMuchas gracias por mencionarme en tu entrada y por tus visitas al blog, me alegro de que te gustaran los níscalos en escabeche.
Un saludo Paco
Gracias Paco por tus palabras, el mérito de la receta es tuyo, yo me he dedicado sólo a pegarte un copiazo y a ponerle alguna cosilla nueva. Me he convertido en un seguidor de tus recetas, felicidades
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