06/12/2017. MAMARRACHA

-          - Mamarracha.

-      - Tu madre en pijama, capullo. ¿Se puede saber a qué viene esto?

-       - Que no, chati, que no es a ti

-       - ¿Cómo qué no, entonces a quién?¿Acaso hay alguien más en casa?

-      - Que no cariño, que no te digo que seas una mamarracha. Líbreme Dios siquiera de tener tal atrevimiento, de pasárseme por la imaginación tal temeridad. Me refería al nombre del local donde vamos a ir a comer hoy.

-     - ¿Seguro? ¿No estarás aprovechándote de las circunstancias para, como Quevedo, darme gato por liebre?

-      - ¡Cariño!¿Parece que no me conoces?

-      - No, si por eso lo digo…….

MAMARRACHA  es el nombre del restaurante elegido para tomar un piscolabis después de setenta días sin salir de casa, después de setenta puñeteros días enclaustrado entre el ratito de trabajo por la mañana en el instituto (lo imprescindible para dar las clases oportunas) y el resto del día en pijamita entre las cuatro paredes del piso. Menos mal que no soy de aburrirme ni de desesperarme y entre libros, escritos, trabajos, mucho bichear por internet, cocinar y etc he pasado  como he podido esta penitencia, eso sí, muchas horas de somnolencia en el sofá, producto de los muchos y variados calmantes que me he metido para el cuerpo.

Que chorro pastillas llevo ingeridas y, aún hoy, tomo no menos de ocho o diez al día. Que si una de Omeprazol por las mañana como  protector de estómago; la del colesterol que se llama ArmoLipid PLUS; tres para la arteriopatía, una de Adiro y dos de Hemovas; un par de Inmunoferon como complejos vitamínicos, dos o tres calmantes enamplus según esté de dolorido (he llegado a tomar 4 de lyricas y otros tantos diarios de enamplus cuando los dolores me estaban matando) y, por si no fuese suficiente y a consecuencia de ello, unos sobrecitos de plantago ovata para regular el tracto intestinal que con tanta pastilla está el puñetero descontralado y rebelde.

Preparado en casa para salir

Mira cómo será la cosa que mi mujer me ha prometido para Reyes un pastillero customizado y programable que cuando me toca ingerir una pastillita me avisa cantando el himno del Arrebato: Sevilla, Sevilla, Sevilla…….., a lo mejor no se acuerda que yo soy del Betis ¿O será por eso?

Lo mejor de todo es la amistad que he hecho con Pedro, el mancebo de la farmacia de aquí al lado de casa. Chiquillo, que confianza hemos adquirido; me ve entrar por la puerta y el tío se sale de detrás del mostrador y me da unos abrazos de categoría. ¡Joder cómo se le alegra la cara!, si hasta me ha regalado una tarjeta V.I.P. y hemos quedado estas navidades para que se conozcan nuestras respectivas y de camino ver la nueva ornamentación navideña de la Plaza del Ayuntamiento.

 ¡Quién me iba a decir a mí, que hasta las enfermedades tiene su lado placentero!

Vamos a dejarnos de coña y al grano que es lo que interesa.

Mamarracha está en la calle Hernando Colón 1,3, en todo centro y pertenece a la cuadra de Ovejas Negras, sin duda uno de los grupos punteros de la nueva gastronomía sevillana junto a Tradevo, Azotea y MpuntoR.

Nos dijeron la víspera que los días de fiesta no se hacían reservas, que si queríamos garantizarnos una mesa deberíamos estar nada más abrir, es decir a la una y media y, aunque nos apareció algo exagerado, eso hicimos. Legamos exactamente a la 1.35 y ya estaba medio lleno. ¡Cinco minutos después se llenó del todo!

El salón principal

El sitio está muy bien, cómodo y con todo  estudiado y medido. Muy ecléctico. El servicio impecable y el tiempo  que tardan en ponerte las viandas solicitadas el justo. A nosotros nos atendió en todo momento un andaluz por los cuatro costados, moreno nacido en Camerún, que a los tres años recayó en esta bendita tierra de María y se enamoró hasta el tuétano de Sevilla. Iván, que así se llama, es la alegría de la huerta, parlanchín, alegre, próximo y de risotada fácil. Si pensáis visitar el establecimiento intentad que os atienda él, lo agradeceréis.

La carta es bastante correcta, con una mayor oferta en carnes que en pescados, pero hay de todo. Nosotros elegimos tres platos y nos dejamos aconsejar por Iván en el cuarto, que fue de carne.

Preciosa pared vegetal que preside el salón

El primero fue un Tiradito Thay de salmón 7,50 €. Buenísimo de verdad de la buena, probablemente lo mejor y más sorprendente de toda la comida. Muy generoso. Imprescindible. Tan bueno como el  Tiradito de pez ojo de perdiz que, el año pasado, comimos junto al parque Kennedy en Lima, en nuestro periplo peruano

Seguimos con un Rissoto de azafrán y espárragos verdes, con tartar de gambas. 7,50 €. El arroz estaba en su punto y el aroma de azafrán sobresalía, los espárragos al dente y el punto  del tartar de gambas bastante novedoso y le pegaba tela marinera, enriquecía el plato.

Durante la comida hemos tomado una botella de Pitaccum, de D.O. Bierzo, uva Mencía 18 €. Es un vino que nos gusta bastante, potente, sabroso, persistente, un punto goloso. No sé como combinará el vino con los calmantes, a lo mejor esta tarde sufro una intoxicación etílica y me da por bailar sardanas, bueno sardanas seguro que no, una jota puede, pero sardanas como que no. Me ve alguien y pierdo la poca reputación que me queda.

De tercero pedimos Wok coreano al josper de calamares y verduras, 8,90 €. Un tanto picante, no tanto como Iván nos decía asustándonos. Bueno, pero no para tirar cohetes. Ideal para engordar mojando el pan en la salsita.

Por último, y repito que aconsejados por Iván, pedimos Magret de pato macerado, pack-Choy, judías verdes y salsa Teriyaki. 9 + 2,5 €. Dos platos en uno. Esplendida la carne, en su justo punto, con una textura espectacular, supertierna y muy muy sabrosa. Otro imprescindible.

En conjunto salimos muy satisfechos del sitio, de la calidad de los alimentos y del servicio. Solo resta que esta tarde no me pasé factura la osadía de haber salido sin estar ni mucho menos recuperado. En fin, si tal cosa sucede, habrá que apechugar con las consecuencias.

Todo sea por ustedes.