DE PUNO A CUSCO
Nos hemos
levantado a las cinco y cuarto para hacer la mochila, recogerlo todo y tomar
algo en el desayuno para poder estar en la estación de autobuses a las seis y veinte.
A y media sale el autobús que nos ha de trasladar a Cusco siguiendo una ruta
turística. Esto de madrugar se está convirtiendo en una rutina. La empresa se
llama Inka Express Bus y la información que encontré por internet me pareció
bastante buena, así como los comentarios de los distintos usuarios que la
habían utilizado. Ayer, cuando llegamos del lago, a pesar de tener el morro
como lo tenía, haciendo un esfuerzo, nos pasamos Eva y yo por sus oficinas y
contratamos el viaje para los cinco. Les sacamos una rebajilla de 5 dólares por
cabeza saliéndonos al final por 45 dólares, todo incluido; es decir, comida y
entrada en el museo, restos arqueológicos e iglesia que visitaremos durante el
camino.
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Posando con una llama en un paso de los Andes |
La primera
sorpresa que nos encontramos es que para acceder a la estación hay que pagar
dos pesos y medio, o pagas o no te montas en el autobús aunque tengas el
billete en la mano. El bus es relativamente moderno y cómodo y en él nos
acompañan dos chicas que nos atienden durante el viaje ofreciéndonos bebidas refrescantes,
agua y el inefable mate de coca. Nos queda por delante más de siete horas de
viaje en dirección a territorio inca, amén de las paradas programadas por el
altiplano, dejando la cordillera de los Andes a la derecha y siempre bordeando
los cuatro mil metros de altura.
En las dos
primeras horas todo el mundo la soba menos yo; soy incapaz de pegar ojo.
Instalado cómodamente junto a una ventana me dedico a empaparme del paisaje
andino, de esta tierra ahora seca y árida pero que está cursada por cientos de
arroyuelos provenientes del deshilo de las cercanas montañas, con multitud de
ánades en sus remansos. Algunas ovejas y vacas, siempre al cuidado de alguna
mujer perdida en la soledad de este interminable campo. A medida que subimos,
el ganado cambia y ahora empiezo a ver llamas, alpacas y guanacos. Disfruto
como un enano empapándome de todo.
Primera parada
para visitar el museo de Pucara, humilde pero muy interesante. El museo se encuentra en la localidad del mismo
nombre y está dedicado a una cultura que se remonta a 500 años a.C. Se
caracteriza por grandes construcciones a modo de pirámides, estelas de
piedra y figuras antropomórficas de
dioses guerreros con trofeos humanos entre sus manos.
En un momento dado, y después de unos años de tremendas sequias, los habitantes decidieron mandar a hacer gárgaras a sus dioses y emigraron en tropel hacía tierras más fértiles situadas en lo que hoy es Bolivia. Dijeron “Anda y que te den” y cogieron las de Villadiego. Bien hecho, a los dioses hay que sujetarlos con mano de fierro o se convierten en unos tiranos.
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Dios guerrero con trofeo de cabeza humana |
En un momento dado, y después de unos años de tremendas sequias, los habitantes decidieron mandar a hacer gárgaras a sus dioses y emigraron en tropel hacía tierras más fértiles situadas en lo que hoy es Bolivia.
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Toritos de Pucara |
En Pucara hice dos compras muy interesantes, la primera una máscara para mi colección particular que me costó 25 soles y la segunda una bolsa de hojas de coca (en realidad la bolsita la pagó Ana, pero me la apropié por la cara) de la que empecé a hacer uso nada más montarme en el autobús.
La siguiente parada fue en el puerto de Abra La Raya, el punto más alto del viaje con 4.300 metros. Yo, después del tute de hojas de coca, estoy como una rosa. Alturitas a mí, vamos; eso sí, mi mujer dice que apesto como un rumiante.
La siguiente parada fue en el puerto de Abra La Raya, el punto más alto del viaje con 4.300 metros. Yo, después del tute de hojas de coca, estoy como una rosa. Alturitas a mí, vamos; eso sí, mi mujer dice que apesto como un rumiante.
Hace fresquito
y las montañas nevadas que vemos al fondo son impresionantes. Hay muchas
mujeres y niñas vestidas tradicionalmente acompañadas de alpacas y llamas que se
ofrecen a que nos hagamos unas fotos junto a ellas por unos soles. Casi nadie
se resiste, y yo no iba a ser menos. En un valle que discurre por debajo de
nosotros, apenas a unos pasos, hay todo un rebaño de llamas y alpacas
entremezcladas con ovejas pastando tranquilamente.
Del deshielo
de esos picos nevados que se atisban en la
lejanía nace el río Urubamba que nos acompañará durante muchos días en nuestra
búsqueda del Machu Pichu.
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Rebaño de llamas y alpacas, al fondo los majestuosos Andes |
El hambre
empieza a apretar y justo después de otra horita llegamos a un restaurante
bastante lujoso en comparación con lo que se estila por aquí. Sicuani
por nombre y con un buffet bastante aceptable. Además, un padre y un
pequeñajo con instrumentos típicos (quena, charango y zampona) nos amenizaron
la comida con una actuación a base de canciones de la zona entre las que no
podía faltar El Condor Pasa, que desconozco quién es su autor, pero que a mí me
fascina desde que la oí por primera vez en la maravillosa versión que hicieron
de ella Simón & Garfunkel en su disco Los sonidos del Silencio. Luego la
cosa entre ellos acabó como acabó, pero eso es otra historia.
Una vez matada
la gazuza volvemos a la ruta en dirección a nuestro siguiente destino: los
restos incas de Raqchi, nuestro primer contacto de verdad con la cultura inca.
El sitio es imponente y su estructura más importante son los restos del Templo
de Viracocha, una enorme estructura rectangular de dos pisos que mide 92 metros
de largo por 25.5 de ancho. La estructura la compone una pared central de
adobe de entre 18 y 20 metros de altura, con una base de piedra perfectamente
labrada.
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El gran Pchacutec. Pizarro llega a arribar en
tiempos de este fiera y se lo comen hechos
pinchitos |
Aquí
por primera vez oí hablar del noveno inca, el gran Pachacútec, el constructor de Raqchi, y quien convirtió
al pueblo inca de un simple curacazgo en un gran imperio.
A él le debemos muchas de las construcciones que se conservan hoy día y por
encima de todo le debemos esa maravilla que es Machu Pichu. Mucho y muy bueno oiría hablar de él y
de una forma bastante reverencial en los próximos días. De todas formas era un
cabroncete sangriento muy redomado, pero eso lo era prácticamente todo el mundo
por aquí.
A lo que iba, además
de las ruinas del templo hay todo un entramado de calles, casas, campos
aterrazados de cultivo y 156 colcas o almacenes de planta circular con 8 m de
diámetro y 4 m de altura, ubicadas en líneas paralelas muy bien conservados.
Estos almacenes fueron utilizados para guardar granos como el maíz y
la quinoa, papa, chuño,
pescado seco traído de la costa, carne seca de alpaca, etc. Se ve que
Pachacútec además de excelente general era un buen economista.
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Restos del templo de Viracocha |
Seguimos el viaje y llegamos al
puente Checacupe, una réplica de un puente inca hecho con sisal y que está
sobre el río Pitumayú entre dos farallones de piedra. En origen este puente era
una pieza importante en el camino real Cusco-Collao. Por supuesto yo no crucé por
tal sitio. No me interesan para nada las alturas ni el movimiento y aquí se
juntaban peligrosamente las dos cosas. Con la excusa de hacer de fotógrafo
atravesé el rio y la garganta por un precioso, cómodo y sobretodo seguro puente
colonial de piedra que transcurre paralelo a él apenas a una docena de metros.
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La figurita que está en el puente es mi mujer |
Otra vez al
bus y al cabo de media hora hacemos la última parada antes de Cuzco (El
Cusco para los lugareños), la verdad es que llevamos seis horas y media
y el tiempo no se nos ha hecho pesado con tantas paradas interesantes, un
refresquito de vez en cuando, una cabezadita y dos o tres hojitas de coca bien
rumiadas. Esto es vida.
La
última visita es a una iglesia, la iglesia de Andahuaylillas, a la que llaman
la Capilla Sixtina de América. Resulta increíble que en un pueblecito de mala
muerte, casi como el mío, pueda haber
una maravilla como esta, pero la hay. La iglesia ha pasado de mano de los
letrados Jesuitas a la de los inquisidores Dominicos y ahora de nuevo ha vuelto
a los Jesuitas. Esto se nota en muchos matices, por ejemplo los púlpitos son
distintos según se hicieran en una época u otra, algunos altares están tapiados
y sobre ellos se han construidos otros, etc. Peleas entre hermanos o hermanos que
se llevan a matar. La ornamentación es barroca y absolutamente ostentosa, con
repujados de oro por todos lados. Las pinturas, todas ellas realizadas por
artistas aborígenes de la escuela cusqueña, son alegóricas, y en ellas los
autores siempre han dejado algunas pinceladas ocultas con características
quechuas (una planta de coca por acá, una cruz inca por otro lado, etc) como
reivindicación ante los colonos españoles.
Delante de la
entrada de la iglesia hay una enorme plaza con dos hermosísimos y enormes arboles
a cuya sombra se despliega el inefable mercadillo que hay en todo lugar donde
aparezca un turista. También hay perros, grandes perros tumbados por todos
lados; en las escaleras de entrada del templo, entre los puestos, bajo los
bancos, en todas partes. Muchos e indolentes perros. Son los primeros que veo
en todo Perú. En un momento dado una pareja que venía en el bus con nosotros
compra un bocadillo en uno de los puestos y se dirige tranquilamente a montarse
en el bus. Chiquillo, aquello fue como si diesen una voz de alarma. De pronto
se levanta un perrazo y se va lanzado hacía la señora salivando y mirando con
ojos asesinos al bocadillo. Se pone a darle vueltas y por mucho que la mujer
levantaba el brazo alejando la vianda de las ávidas fauces más se estiraba el
perro para llegar a ella. Al instante estaban todas las mujeres de los puestos
con palos intentando espantar al voraz can, pero no había forma. De hecho el
asunto acabó tirando la mujer el bocata y saliendo corriendo para refugiarse en
el autobús. El perro le dió las gracias efusivamente.
Si tengo que resaltar lo que más me ha
impresionado de todo el día sin ningún
tipo de duda ha sido la maestría de estos tíos construyendo paredes
espectaculares sin ningún tipo de
argamasa, con bloques de piedra, concretamente de granito, maravillosamente
trabajados, entre las que no cabe la
hoja de una cuchilla de afeitar. Estaba alucinado y aún no había visto las
joyas de la corona, aún no había pisado Cuzco.
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Para que aprendan los albañiles de hoy día. |
Al final
llegamos a Cuzco a las seis de la tarde, ya anocheciendo y cansados, muy
cansados. Expectantes por ver que nos depara la ciudad
CUZCO- EL
CUSCO. PRIMER DÍA
De las dos formas
se dice aunque yo siempre he utilizado la primera, pero aquí no, aquí se
utiliza casi exclusivamente la segunda.
Si Lima son
muchas Limas, Cusco son tres Cuscos. Está
la ciudad monumental que atesora maravillosos vestigios de la cultura
inca y colonial (casi siempre construidos sobre estructuras incas) con el eje
Plaza Mayor- Palacio Qoricancha como epicentro;
el segundo Cusco es el anillo que se extiende rodeando todo el centro
histórico, muy amplio por algunos lados y en otros muy estrecho, dependiendo de
la pendiente del terreno. Esta corona está formada por calles y avenidas con
casitas bajas sitas en terrenos relativamente llanos y con una buena estructura
urbanística. Por último el tercer nivel lo forman los cerros que circunvalan
todo lo anterior, de urbanismo salvaje tipo favelas brasileñas, casas
construidas en cualquier sitio, unas encima de otras con infinitas escaleras
que suben hasta los picos sin el menor atisbo de lógica ni infraestructura.
Esta es la parte de la ciudad que se cruza al entrar pero que se olvida una vez
dentro. A veces ni eso ya, que si vienes en avión, el aeropuerto está en el
segundo círculo y no atisbas a ver la triste realidad de los alrededores.
Imagen de la Plaza de Armas de Cusco, eje neurálgico sobre el que gira la villa. Al fondo se ven las montañas que rodean la ciudad y se atisban el rosario de casas que serpentean cubriendo sus laderas hasta casi coronarlas. Urbanismo salvaje que nos encontraremos en otros muchos sitios.
Otra imagen de la Plaza, con Eva y Rocío posando, vista desde otro de los lados de la misma, y donde tambíén se ve claramente que por ese fondo de la ciudad las montañas aledañas estan ya saturadisimas de chabolas.
Le dedicamos
al Cusco dos días, el primero de trabajo y el segundo de visita.
Eva y Ana
están medio de turismo, medio de labores académicas y hoy tocaba trabajo. Visita
a voluntarios de la Universidad de Sevilla que están colaborando en proyectos
que tiene una ONGD llamada Guoman Poma de Ayala (contraparte
allí de Solidaridad Internacional Andalucía) reuniones con los representantes
de esa ONGD, visitas de campo para ver la labor que están realizando, etc. El
Centro Guoman Poma de Ayala es un organismo no gubernamental de
desarrollo que trabaja desde 1979 en el
Cusco. Trabaja en hábitat, ciudadanía, gestión de recursos hídricos, desarrollo
económico, seguridad alimenticia, asesoramiento, etc.
A las ocho nos
han recogido en el hotel en una van con Eliana, trabajadora de la ONGD que nos
ha hecho de anfitriona, y nos hemos ido a ver una cañada entre dos enormes
laderas sita apenas ochocientos metros
de la Plaza de Armas. Allí están intentando estabilizar las laderas, ya que la
desforestación producida por la tala ilegal y los asentamientos salvajes están
produciendo derrumbes sobre el cauce del río que transcurre en el fondo, y hay
un serio riesgo de que se formen balsas. En algún momento de fuerte lluvias la
riada que se produciría en caso de romperse una de estas balsas llegaría,
arrasándolo todo, hasta la misma Plaza
de Armas. El ingeniero jefe nos ha dado una amplia disertación con todo lujo de
detalles.
Luego nos ha
llevado a una ladera totalmente repleta de casas y pisos amontonados unos sobre
otros sin orden ni concierto, donde han realizado canalizaciones con túneles
para drenar los manantiales que hacían que se desplazase la tierra, y con ella
casas y personas. Hemos visto puntos de anclaje que soportaban toda una parte
de una ladera, etc.
La segunda parte
se la hemos dedicado a emprendimiento, peronas
a los que la ONG ayuda y asesora en múltiples facetas, y nos han llevado a
visitar un invernadero de flores perdido en un riachuelo de una quebrada en
otra de las laderas que rodea Cuzco. El trabajador se llama Modesto Llavilla
Centeno, y además de llevar los tres invernaderos de flores, lleva una granja
de cuyes (los cuyes son como cobayas
y son los conejos del Perú). Encima le da tiempo para pintar. Nos mostró su
obra y nos pidió encarecidamente que nos pusiésemos en contacto con él vía
Facebook. Polifacético a tope el señor.
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El señor Modesto explicándonos algunas cosillas. |
Seguimos con
una visita a una asociación de vecinos de otra ladera, Camino Real, cuya principal labor es la de concienciación de
los habitantes de la misma para la preservación del entorno natural y las
mejoras en su red de servicios urbanos. Acabamos la mañana en una especie de
instituto politécnico dedicado a la carpintería donde forman a jóvenes en el
diseño y ejecución de todo tipo de muebles.
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Preciosa sala de diseño del instituto |
El chicharrón es una forma de cocinar, para nosotros es freír. Es decir una chicharronería es un establecimiento especializado en frituras, y este lo estaba en frituras de cerdo. Primero le dan un ligero cocimiento a los trozos de cerdo, luego lo adoban y por último lo fríen en su propia manteca hasta que está crujiente.
Yo disfruté
mucho con la comida y con la charla lúdico-culinaria que tuve con una de las fundadoras
de la ONGD, la señora Asunción. Durante la plática hasta me dio la receta,
óptima según ella, que utiliza para preparar un buen pisco, la bebida nacional
del Perú: 1 porción de zumo de limón peruano, 2 de azúcar, 3 de pisco y cuatro
de agua helada. Dos claras de huevo y todo a la batidora para que emulsione
bien. Lo probaré ya que me he traído pisco y limones de estraperlo. Es bastante
curioso la distribución de los restaurantes en esta zona de la ciudad; va por
barrios. En el que estábamos todos eran chicharronerias, en el siguiente barrio
la especialidad era cuys al horno o fritos, en el de más allá arroz con pato,
en aquel otro cevicherias, etc.
Acabamos de
comer y sin dilación emprendemos nuestra última visita a una comunidad quechua
en lo alto de una impresionante montaña, a varios kilómetros de Cusco. Mi
primer encuentro con las carreteras de alta montaña. Hasta ahora he transitado
por carreteras ubicadas en lugares muy altos pero relativamente llanos y hoy el
sitio es muy muy alto, pero además la pendiente también lo es, por lo que, si te sales del carril de tierra
que nos lleva a nuestro destino, vamos a caer dando vueltas y rodando como un
trompo muchos cientos de metros.
La comunidad
son apenas media docenas de casitas y en ella Guoman Poma de Ayala está
trabajando en dotarlas de placas solares, en la construcción de un salón cocina
comunal donde el humo no resulte molesto y dotado de un frigo ecológico
empotrado entre paredes de barro realmente novedoso, que mantiene el frío
acumulado durante las gélidas noches a base de una capa de aire entre la pared
de barro y el frigorífico en sí. Además les ha asesorado y dirigido en la
construcción de lo que para ellos ha sido un importantísimo avance y una
anhelada necesidad: un cuarto de baño con retrete, lavabo y ducha con agua
caliente proveniente de las placas solares instaladas. El último proyecto, del
que ya tenían gran parte realizado, era una gran piscina para la
decantación, recogida y posterior depuración
de aguas residuales. Todo ello sin
productos químicos, sino a base de las propiedades depuradoras de la totora, una planta autóctona.
Cuando
llegamos un señor, quechua puro, estaba trabajando con maestría en la
finalización del salón cocina, todo de barro excepto algunos azulejos alrededor
de los fogones y el frigo ya mencionado. Las paredes estaban adornadas con
esbozados bajorrelieves de sus ancestros incas y sus iconos más
representativos: el puma, la serpiente y el cóndor. Descalzo, con una imagen
muy humilde, sus manos ajadas por el trabajo y su tez castigada por el viento y
el sol. A instancia del ingeniero que nos acompañaba, se puso a hablar
relatándonos lo que para su comunidad suponían esos pequeños avances. Nos
explicó lo que supone para su familia cocinar sin humo, poder ducharse con sus
hijos y sentir el agua caliente, hacer sus necesidades con dignidad y no en
medio de cualquier parte, etc, etc. Nos
dejó con la boca abierta por los sentimientos que expresaba y por como lo
hacía. Su discurso era sencillo pero perfectamente coherente, la construcción
de sus frases impecable, el conocimiento del léxico amplio y todo fluía de una
forma natural y precisa. Encima nos deleitó un ratito hablando en quechua.
Cuando bajamos
hacía El Cusco aún resonaban en mis
oídos sus palabras y la dignidad con que las había pronunciado.
A las siete
todos de vuelta al hotel exceptos Ana y Eva que se han quedado en una reunión
de trabajo con la dirección de la ONGD. Cuando, bien tarde ya, han vuelto y
después de una reparadora ducha, nos hemos ido a cenar a uno de los muchos
restaurantes que hay en la Plaza de Armas.
Toda un ala de
la plaza está llena de restaurantes, uno al lado del otro, y la competencia por
captar clientes es feroz. Ayer Eva, la hija de Ana, y yo nos pedimos una
parrillada espectacular con cerdo, pollo, embutido y cuy. Mi mujer y Ana nos
miraban con cara que expresaban claramente su desaprobación, literalmente
decían “cómo os podéis estar comiendo esa
montaña de carne” y ellas, muy
comedidas, se pidieron una sopita de pollo. Cuando le ponen la “sopita” nos da
la risa a todos; la sopita era una palangana tamaño extra con un cuarto de kilo
de fideos y medio pollo cocido. Las niñas, como viene siendo habitual, han
acabado en una pastelería para endulzarse los sueños. Todos dormimos como niños
pequeños, en la gloria
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El cuy antes y después |
Por cierto, el
cuy no me pareció nada del otro mundo, se asemeja al cochinito al horno que
ponen en Segovia. Mi hija no me lo perdonó durante todo el viaje, repitiéndome
cada dos por tres “¿cómo te has podido
comer una cosa tan linda?”.
CUSCO, SEGUNDO DÍA
Aunque Lima es
la actual capital de Perú, Cusco es su “capital histórica”. Antiguamente fue la
capital del Imperio Inca y posteriormente una de las
ciudades más importantes del Virreinato del Perú, en cuya época, y en manos
de los españoles, se engalanó de iglesias, palacios y plazas barrocas y
neoclásicas. Todo este ingente patrimonio es lo que hoy la convierten en el
principal lugar turístico de Perú. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 por la Unesco,
suele ser denominada, debido a la gran cantidad de monumentos que posee, la "Roma de América". Toda la ciudad
gira en torno a la Plaza de Armas, donde se encuentra la Catedral y el templo
de la Compañía de Jesús, ambos construidos sobre antiguos edificios incas (como
casi toda la ciudad). En el centro de La Plaza y presidiéndolo todo se irgue
una gran estatua del Inca. La Plaza está flanqueada en dos de sus laterales por
una arquería de piedra sobre la que sobresalen unas esplendidas balconadas de
madera. Tuvimos la suerte de que nuestro hotel estuviese en la misma plaza y,
el último día de vuelta de Machu Pichu, nuestra habitación daba acceso al
balcón con la catedral directamente enfrente.
Casi todos los
primeros pisos de estos dos laterales son restaurantes, obviamente las mesas
más demandadas son las que están en los balcones, y en los días que estuvimos
en la ciudad visitamos unos cuantos de ellos; los balcones no, los
restaurantes. Como ya comenté en el capítulo anterior la captación de clientes
es feroz, te abordan por la calle representantes de unos y otros metiéndote la
carta por las narices y glosando alabanzas de su establecimiento; prácticamente
se te disputan entre ellos a codazo limpio.
La comida es
muy parecida en todos; ceviches, sopas, cuy, carnes a la brasa, trucha,
parrillada de verduras, ají, etc. Los clientes son todos extranjeros y en uno
de estos bares al que acudimos a cenar los tres mayores, (las niñas Eva y Rocío
decidieron quedarse descansando) nos sentamos junto a un gran grupo de chicas y
no tan chicas de no sé qué nacionalidad, que, por lo que pudimos observar, estaban
celebrando una despedida de soltera y, ya después de la cena, le estaban
pegando al pisco de mala manera. En el restaurante amenizaba un conjunto
tradicional entonando canciones andinas y cuando cantaron una en cuyo
estribillo se repetía muy a menudo la palabra Pachamama (madre tierra), aquello
se salió de madre y el menor atisbo de pudor o vergüenza desapareció de aquella
pléyade de querubines. Dantesco espectáculo el que presenciamos, disfrutamos y
por momentos padecimos.
La
plaza es un hervidero de turistas de todas las nacionalidades. Entre los
turistas pululan lugareños que, panfleto en mano, acosan a los turistas
ofertando excursiones, y personajes femeninos múltiples ofreciendo todo tipo de
mercancías: comidas caseras, pinturas, caramelos de coca, ropa de alpaca tejida
por ellas, fotos con llamas ataviadas con coloridas lanas, puestecitos de todo,
etc. También mucho hippie extranjero, que se ve que se han apalancado en la
ciudad, vendiendo dulces para sacarse unos cuartos.
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Personajes que pululan por la plaza |
Desde la plaza y en uno de los aledaños de la catedral sale
la calle Hatun Rumiyuq (calle de la roca mayor, en quechua). En ella se
encontraba el palacio de Inca Roca, sobre el que actualmente se
yergue el Palacio Arzobispal. En esta calle, que va desde la plaza de Armas hasta
el barrio de San Blas, se puede apreciar una magnifica pared de piedras
perfectamente cortadas, pulidas y encajadas unas con otras entre las que
destaca la famosa “piedra de
los doce ángulos”. Nos costó un buen
rato poder hacernos una foto en el sitio, tal era la cantidad de personas que
había con el mismo objetivo que nosotros. La calle está llena de puestos de
todo tipo y la afluencia de turistas que pasean por ella resulta un poco
agobiante.
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Delante de la famosa piedra |
La calle conecta la Plaza Mayor con el barrio de San Blas, barrio donde se concentran los artesanos, talleres y donde se encuentran tiendas de todo tipo. Es uno de los sitios más pintorescos de la ciudad. Sus calles son empinadas y estrechas, con antiguas casonas construidas por los españoles sobre importantes cimientos incaicos. En este barrio está la iglesia más antigua de la ciudad construida en el año 1563. El nombre quechua de este barrio es el de Toq'ocachi que significa "el hueco de la sal".
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Calle de la roca mayor |
La otra arteria vital de la
ciudad es la Avenida del Sol que baja desde la Plaza de Armas hasta el Qoricancha
(templo dorado en quechua). En esta vía hay varios museos, organismos oficiales
y están las sedes principales de todos los bancos importantes, por lo que
siempre tiene un gran bullicio de gente en sus aceras y un tráfico endiablado.
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Magnifico el Qoricancha |
El Qoricancha es sencillamente
una maravilla. Fue el santuario más importante dedicado al dios Sol en la época del Imperio inca, un lugar sagrado donde se rendía adoración al máximo dios: el Inti (Sol), por lo
que sólo podían entrar en ayunas, descalzos y con una carga en la espalda en
señal de humildad, según lo indicaba el sacerdote mayor Willaq Umu . Se dice
que este templo fue llamado el "sitio de oro" ya que todos sus
muros habían sido recubiertos con láminas de oro por los incas. Sobre parte de los templos
incas se construyó el templo de Santo Domingo pero en su centro, junto a un
imponente patio, aún se pueden ver restos de tres templos incas perfectamente conservados. Apabulla observar
la perfección de esos artesanos en la construcción de paredes de bloques de
granito con tal grado de exactitud en su encaje que no sobresale un milímetro
uno de otro y es prácticamente imposible introducir una cuchilla de afeitar
entre las piedras de granito. Aparte de los templos incas, el recinto posee una
gran colección de pintura cusqueña y otras muchas cosas pero a mí, después de
ver lo anterior, me pareció carente de interés. Cuando salimos nos encontramos
con una representación de un baile típico inca en el Jardín Sagrado que
flanquea el templo.
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Templo dentro de templo. Impresionantes las paredes |
De la visita cultural y siguiendo
la Avenida del Sol hacía abajo, nos fuimos al mercado artesanal donde las
cuatro mujeres dieron rienda suelta a sus más mercantiles instintos y compraron
regalos para todas aquellas personas (hermanos, tíos, sobrinos, amigos, etc)
que se les pasó por la cabeza. Yo también compré algo, pero pecata minuta en
comparación con ellas.
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En el mercado |
Después de toda la mañana caminando es hora de reponer fuerzas. Cuando bajábamos al mercado le hemos echado un ojo a una cevichería (o cebichería, que lo he visto escrito de ambas formas aunque más veces con v que con b) de lo más apañada: El Paisa. Y a ella dirigimos nuestros pasos. Esto no tiene nada que ver con los restaurantes de la plaza, es un local enorme, de por lo menos cuarenta por veinte metros, con un tablado que lo preside donde actúan una pareja, y chorrocientas mesas por las que serpentean a una velocidad del carajo cinco o seis camareros.
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Ceviche y arroz con pato del Paisa |
Ni un solo extranjero excepto
nosotros, lo que es síntoma de local puramente peruano que me gusta mucho. El
tamaño de los platos es XXL y la cerveza baratita, la Cusqueña de 620
mililitros a 6 soles, una ganga. Por supuesto después de la caminata nos
tomamos unas cuantas. Nada más sentarnos nos obsequian con un chupito de leche
de tigre y luego nos pedimos un arroz con pato, chicharrones de pescado, un
ceviche y no sé qué cosas más mientras, relajados, observábamos como la
orquesta, el dúo, animaba el cotarro ahora cantando, ahora glosando las
maravillas del establecimiento, ora haciendo propaganda de algún tipo de
artículo o cantándole el feliz cumpleaños a un comensal que se levantaba
agradecido por el detalle mientras el resto del comedor aplaudía a rabiar.
Son casi
las cuatro de la tarde y con el estómago contento, ahítos, emprendemos
penosamente la subida por la avenida hacía
la Plaza de Armas. Una vez allí, fotos por doquier y nos encaminamos a la calle
de la Roca Mayor donde de nuevo foteamos y paseamos un rato. Las mujeres
deciden que quieren seguir viendo tiendas y yo que nanai de la china, que por
hoy ya está bien de paseos y visitas; así que, sin dilación de ningún tipo,
cojo las de Villadiego y me largo al hotel a estirar las piernas y ellas a lo
suyo, a ver trapitos, cachivaches o lo que se les ponga por delante. Luego,
cuando volvemos a encontrarnos en el hotel, me cuentan que acabaron tomando un
cafetito con su correspondiente tarta en un local que semejaba ser una especie
de museo del café.
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Mi hija y Eva. no se puede ser más guapas |
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