Guadalupe es un pequeñito, coqueto
y austero pueblo extremeño que vive en torno a un monumental monasterio que
cobija bajo sus piedras milenarias a la Virgen de Guadalupe, patrona de
Extremadura. La villa, chiquita y coqueta, de estrechas callejuelas porticadas
cuidadas con mimo, con profusión de
arcos, fuentes, balconadas, aspidistras, pórticos y limoneros, toda ella
perfectamente señalizada con precisas y didácticas indicaciones que hacen de
sus calles un itinerario perfecto para un amable y ameno recorrido. Se diría
que toda ella está diseñada para solaz del ocasional turista, para que este disfrute
entre sus paredes y callejuelas de unas horas agradable y plácidas.
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Todo el grupo en la escalinata, no se nos ve, pero tampoco os perdeis mucho. |
La plaza, alma y centro del
pueblo, perejil de todas las salsas guadalupeñas, destino de todas las calles,
es auténticamente monumental, con la enorme mole del Real Monasterio de Santa
María presidiéndolo todo ella. Parece mentira que un tan humilde lugar pueda gozar
de tan magnifico monumento; aunque,
pensándolo bien, es al contrario, es el monasterio el que se ha construido
aledaño un pueblo para su servicio y adoración; en todo caso, magnifica
simbiosis.
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Posando bajo un arco |
Como iba diciendo la plaza es un
entorno realmente bonito, al fondo, como el telón pitado de una obra, la enorme
escalinata que da acceso a la entrada principal del templo flanqueada por dos macizas y coronadas torres y en todo el
perímetro restante encantadores barecitos y mesones con sus soleadas terrazas
bajo pórticos centenarios.
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Una de las callejuelas, al fondo mi compadre y yo |
Aquí y allá las tiendas exponen en el mismo suelo de
la acera un abigarrado y conspicuo compendio de suvenires y productos típicos
de la zona: pimentón de la cercana comarca de Vera, cestas de mimbre, artículos
varios manufacturados con el corcho de sus dehesas, miel, su afamada morcilla
picante de hierbas, charcutería, bastones y mil y una cosas más.
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Ahora en una fuente |
Imprescindible visitar los museos
del Real Monasterio (a razón de 5 € por barba) acompañados por un guía que
durante al menos 40 minutos nos deleitará con una constante cataratas de datos
y un mal humor difícilmente aguantable (el que me tocó a mí estaba como para
tocarle las palmas) y solazarse contemplando las variadas y ricas colecciones
que atesora: ricas colecciones de ornamentadas y costosas vestiduras sacras,
añejos y pesados pergaminos de cantos conventuales o la profusión de ostentosas
y doradas joyas eclesiásticas, coronas, cruces, cálices…..Un atentico tesoro
cultural con un incalculable valor sentimental y crematístico. En todo el
recorrido, a excepción del espléndido claustro mudéjar, está prohibido hacer fotografías
y el guía se toma con una severidad pasmosa y estricta la regla.
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Patio del claustro |
Una vez concluida la visita y todavía
dentro del recinto uno de los diez monjes franciscano que aún habitan el
monasterio tiene a bien mostrar la talla de la virgen a todo aquel que esté
interesado en verla; eso sí, antes de entrar en el camerino te pega una
perorata de órdago y como se te ocurra cuchichear o levantar mínimamente la voz
te cae un broncazo de madre y señor y señor mío, hasta el punto de que el esto
escribe, harto de aguantar sus soberbia y sus imprecaciones, lo mandó a freír espárragos (metafóricamente
hablando) y se dio la vuelta prescindiendo con ello de la posibilidad de
visitar a la Señora.
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Con mis hermanas |
Imperdonable no darse un garbeo
por el casco urbano siguiendo la bien señalizada ruta que la oficina de turismo
pone gustosa a tu disposición y que te puedes bajar cómodamente por internet,
fotografiarse para la efímera inmortalidad, ahora sí, bajo arcos, semiescondido
detrás de alguna columnata o bebiendo en alguna de las fuentes que ornan el
recorrido. Aprovechar para tomarse un cafetito en el patio repleto de limoneros
del parador (cuajados de arracimados limones) o visitar un enorme belén de más
de sesenta metros cuadrados que, en perfecto orden de revista, una señora del
pueblo cuida con autentico mimo y siempre está presta a enseñarlo con venerable
cariño y una sonrisa en los labios a todo aquel que demande una visita.
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Imagen del Belen |
Bueno, todo esto en cuanto a
actividad cultural, pero es que en cuanto a solaz gastronómico la cosa no le va
a la zaga. Casi toda la oferta, y es mucha, se vertebra en la plaza y en torno
a ella, múltiples restaurantes con sus correspondientes terrazas tiran de ti
con sugerentes ofertas y unos precios para todos los bolsillos, en casi todos
hay menús económicos en torno a los 10 euros y un amplio surtido de platos
representativos de la gastronomía extremeña: migas del pastor, morcilla (el
plato estrella en Guadalupe), criadillas de tierra, cabrito, caldereta,
cordero, etc, etc.
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Esperando que nos pongan la mesa |
El caso es que, sonsacándole a
unos y otros, me recomendaron la Posada del Rincón, restaurante y hotel situado en la misma plaza, con una
buena terraza pero sobre todo con unos salones interiores impecables y muy pero
que muy bien puestos y decorados, amén de un servicio para quitarse el sombrero.
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Eva, Dede y yo degustando el vinillo |
Pues allí nos aposentamos los ocho, primero a tomarnos unas cervecitas en la
terraza y luego en un patio interior para degustar algunas cosillas. Antes de
nada decir que tuvimos la enorme suerte de que nos atendiera un señor, porqué lo
era, agradabilísimo y eficiente al máximo.
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En pleno ágape: Lola, Nena, Jesús, yo, Dede, Eva y Esperanza. Olvido de fotógrafa |
Algunas racioncillas que probamos
fueron:
Ensalada de pimientos asados con
bacalao desmigado (7 €)
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Le metimos manos ante de echar la foto |
Torta de la serena (13 €)
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Por supuesto yo no la caté |
Ración de morcilla picante de
hierbas (8 €)
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A esta también le metimos mano antes de tiempo |
Revuelto de criadillas de la tierra
con jamón de bellota (12 €)
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Las criadillas son un tipo de trufas de poca calidad llamadas trufa de los pobres |
Cochifrito (13 €)
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Los trozos de cerdito adobados y frititos |
Postre de perfecto de nueces
(5,50 €).
Postre de soufflé de chocolate (5,50
€)
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Los dos postres |
A todo esto decir que antes nos agasajaron
con un entrante de bolita de foie fritas
con un crujiente de no sé qué caramelizado, luego nos regalaron otra bandeja de
postre de trufas con nata y para finiquitar nos obsequiaron con un chupito para
rebajar el ágape.
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El entrante |
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El postre de regalo |
La comida la regamos con
cervecita Estrella de Galicia (1,80 € la copa) y unas cuantas botellas de Cabernet
Sauvignon cosecha de 2009 de las bodegas Ruiz Torres (16 € botella).
En total no llegamos a 20 € por cabeza
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El supercamarero con los chupitos, mi hermana Olvido y el menda |
En definitiva, genial el
almuerzo. La cena también, pero esa es otra historia.
Ha sido un fin de semana estupendo!!! Me ha encantado Guadalupe,cultural y sobre todo grastronómicamente.Para repetir.
ResponderEliminarPero solo tengo un pero: ¿no había otra fotito para poner con el supercamarero?Con lo monííísima que estoy en otras en esta parece que me duele una muela.Jejeje.
Vale te perdono,pero sólo porque eres mi hermano y me he quejado mucho de que no salía en tu blog.
Estamos cual somos
EliminarMe encanta que tu hermana sea anónima. Besos
EliminarMe encanta que tu hermana sea anónima. Besos
Eliminar¡Qué ganas me han entrado de ir! Deberían hacerte hijo honorífico, hermano mayor de algo o, como mínimo, un buen descuento para cuando vuelvas. Menos no te mereces.
ResponderEliminarEnvidia cochina es lo que tengo y no la de los tirabeques. Para mí todo lo que va en una vaina es una haba o similar. ¡Odio las habas con todas las fuerzas de mi ser! Pitágoras prohibió a sus pitagóricos comer habas o los echaba de su secta, digo de su grupo. ¿Por qué? Por que las odiaba, claro. Y yo lo entiendo. Eso sí, en Guadalupe hubiera flipado.
Joder Belén me has dejadode piedra con lo de Pitágoras, un avezado matemático como me ufano de ser y que no tuviese ni idea de la fobía del bueno de Pitágoras por esta peculiar legumbre es una mácula en mi expediente vital dificilmente subsanable. A partir de ya, cuando explique el famos teorema, las habas formarán parte de mis clases con igual incidencia que los catetos y la hipotenusa. Besazos pitágoricos.
Eliminar¡Qué buenos recuerdos! Nos encantó Guadalupe. Estuvimos hace unos tres años, ¡qué pena que esta entrada no existiera entonces porque nos habríamos dado un buen homenaje! Me la guardo para la próxima vez que vayamos por esas tierras. Preciosa la foto del patio del claustro.
ResponderEliminarEfectivamente es una gozada pasar un par de días allí, y a nosotros que nos gusta el condumio con más motivo, la Posada del Rincón es realmente muy buena, con una relación calidad-precio espectacular. La foto es muy bonita, será por que es la única que no hemos realizado nosotros. Un abrazo
Eliminar¡Vaya, hombre! ¡Qué ojo he tenido! Las vuestras tampoco están nada mal. Un abrazo. ;)
EliminarMuy buenas fotos.
ResponderEliminarComida contundente y apetecible, como Dios manda.
Contundente, apetecible y muy, pero que muy bien de precio. Un buen día, sí señor
EliminarQue bien pinta todo. Gracias por compartirlo con todos los que te seguimos. Un Beso.
ResponderEliminarNo me des las gracias por hacer algo con lo que realmente disfruto. Conocer, degustar, contar, ¿qué más puedo pedir? y encima, ya para rizar el rizo, ustedes me leeis; miel sobre hojuelas. Besos cuasiprimaverales
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