25/11/2010
16 minutos y 20
segundos.
Ese es el tiempo que he tardado hoy en ir de mi casa al
trabajo, de la puerta de mi casa a la puerta del instituto. No siempre tardo lo
mismo, pero me muevo en esos parámetro, entre 14 y 18 minutos. Lo que es cierto
es que invariablemente, de lunes a viernes, a las siete menos cuarto de la
mañana me estoy montando en el coche y arrancando rumbo al curro. Si salgo más
tarde tengo comprobado que me coge el toro, y además leche, es que a mí me
gusta madrugar y llegar tempranito a todos lados.
Cuando bajo por el ascensor aún voy arrebolado por los besos
de mi mujer y de mi hija. Rocío no sólo me da un beso, me abraza y pasea su
mano derecha por mi espalda arriba y abajo, abajo y arriba, como diciéndome: “papi, que te sea leve, tómatelo con calma y no te sulfures mucho, de
todas formas ya sabes que a la tarde yo estaré aquí”
16 minutos y 20 segundos.
El tiempo justo para oír en el radio-casete del coche tres
canciones: Romance de Curro El Palmo (7
minutos 10 segundos), Nana de la cebolla (5 minutos 50
segundos) y Mediterráneo (3
minutos 20 segundos).
Otro día serán las irreverentes letras de Sabina o quizás la
ternura aterciopelada de Hilario Camacho, últimamente mucho el desamor y la
nostalgia de Patxi Andión y siempre y por siempre Pink Floyd. Todo va en estado
de ánimos.
Algunas veces se me olvida cambiar los CD que llevo en el
coche, y después de varios días con el mismo acompañante, cambio de onda (nunca
mejor dicho), pongo en la radio al Carlitos Herrera y me sumerjo en su liturgia
diaria “venga, camastrones, que son las
siete de la mañana y el día se está echando encima. Pero por Dios, cómo se
puede estar en la cama a esta hora si tenemos que levantar el país; hoy es
viernes, nefasto día para todos los que nos gusta el trabajo” (joder,
pienso yo, si ganase lo mismo que tú yo también estaría encantado de madrugar,
bueno estaría muchísimo más encantado de lo que estoy) y acto seguido empieza la caña al mono, digo al gobierno. No se
escapa nadie pero tiene especial predilección por Zapatero (¿Por qué le dirá a
Zapatero Savate?) y por la niña Bibiana; en
el extranjerío le pueden el morito Hassan y sobre todo Chávez (el venezolano,
no el vice tercer presidente), este le puede, le subyuga, “cariñosamente”
le dice “el mono corroncho”.
Pero hoy ha tocado Serrat. El cuerpo me pide nostalgia y yo
encantado de concedérsela.
Salgo del aparcamiento con Romance de Curro El Palmo atronando en los altavoces. Tuerzo la
primera calle y me encuentro con el camión del DIA descargando montañas de
comida. Lo bordeo con precaución y tomo nota mentalmente de que a la tarde me
tengo que pasar a comprar vino, Lagunilla, crianza en roble, de Rioja; está de
oferta, la segunda unidad a 3,79 €
Tres minutos más tarde estoy en la rotonda de Carrefour cantando
a voz en grito metido en la piel aceituna de un gitanito, embargado de dolor,
dando dolorosas palmas en un tablao:
“Le dice burlona,
carita gitana,
Cómo hacer buen vino
de una cepa enana.
Y Curro se muere de
los labios y calla
Pues no hizo la mili
por no dar la talla
Y quien calla otorga,
como dice el dicho
Y Curro se muere por
ese mal dicho
Ay, mi amor, sin ti no
entiendo el despertar
Sin ti mi cama es
ancha…..”
La señora que está a mi lado y que pacientemente, igual que
yo, espera que el semáforo se ponga en verde, me mira disimuladamente y esboza
una mueca de complicidad. Cuando por fin el semáforo se pone en verde y me da
paso, acelero con la esperanza de coger abierto el semáforo de San Lázaro,
aunque sé que si esto ocurre, inevitablemente el siguiente de la rotonda
olímpica lo cogeré cerrado; pero yo por si las moscas acelero. Ahora que lo
pienso, sólo una vez en estos once años he logrado ir de mi casa al instituto
sin coger en rojo un solo semáforo (los he contado un porrón de veces: 12 semaforitos
en total, que ya es tela); también es cierto que eso fue antes de que el
cabezón de nuestro ínclito alcalde “Monteiserrín”
nos volviera locos trastocando todo el
tráfico de la ciudad.
Pasado el puente del Alamillo, llegando al estadio olímpico,
entre acordes que se van apagando muere la canción, e inmediatamente comienza
Serrat a desgranar los maravillosos versos de Miguel Hernández:
“La cebolla es escarcha
Cerrada y pobre
Escarcha de tus días
Y de tus noches
Hambre y cebolla
Hielo negro y escarcha
Grande y redonda”
Y me envuelve la música y
vuelvo a cantar todo y cada uno de los versos; siempre un poquito por delante
de Serrat, y a veces, más de las que yo quisiera, tarareo una palabra equivocada
y me mosqueo, me enfurruño. ¿Cómo es posible que después de oír mil y una veces
una canción confunda una rima, trastoque una palabra? Mi hija para esto es un
lince, oye dos veces una canción y ya está, se la aprende de pe a pa. Digo yo
que por qué no le pasa lo mismo con la historia, las matemáticas, la lengua…..Insondables
misterios de la condición humana.
Una vez pasado el río por segunda vez, a la altura del cartel
que indica la salida para Mérida, compruebo, como todos los días, que el
termómetro del coche marca un par de grados menos que cuando salí de casa e
inmediatamente, sin solución de continuidad, vuelvo a la canción y esta me
lleva a pensar en Inés y la alegría, el libro de Amudena Grande que justito estos
días estoy leyendo, de lo que pudo haber sido y nunca fue, de la memoria
histórica, de un largo etc y se me mezclan imágenes de versos, guerra y
fusilamientos. Un totum revolutum
fugaz e intenso.
Y a todo esto sigo cantando.
Los carteles de la autovía,
enormes manchas azules bajo un oscuro cielo, me indican direcciones y salidas
cien veces vistas, ¡pero no los veo¡. Camas, Huelva, Patrocinio, Coria…Sé que
están ahí, soy consciente de su presencia, de su información, ¡pero no los veo¡.
Ya estoy en la desviación a
Coria. ¡Joder, a esta hora de la mañana y ya llega la cola del V Centenario hasta aquí!. Cuando cojo la
curva observo, abajo, a mi derecha, junto a una de las muchas entradas del Corte
Inglés, a los dos operarios de siempre fumándose el último cigarrillo antes de
entrar al trabajo. O quizás es que están haciendo un descanso o puede que hasta
hayan concluido su jornada nocturna y se pegan relajados cuatro frases entre calada
y calada. Nunca lo sabré pero tampoco importa.
El trayecto da para una
canción más y le toca a Mediterráneo.
Se puede estar toda una vida
componiendo y no hacer nunca algo tan bello como esta canción. Mil veces
cantada y siempre nueva, mil veces oída y siempre sorprendente. Y la oyes y ves
al niño corriendo por las arenosas playas, y te imaginas los atardeceres rojos
y el amarillo de las genistas. Por los altavoces suena Serrat, él y yo
cantamos:
“Y te acercas y te vas
después de besar mi aldea
jugando con la marea
te vas, pensando en volver
eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme
Ay…. “
La letra tiene migas. Qué maravilla.
No me hace gracias pasar por
el túnel de San Juan e inconscientemente acelero, esas enormes vigas me dan un
poco de “yuyu”. Últimamente el tráfico en dirección contraria, hacía Sevilla,
está más fluido, menos atascado, supongo que el metrocentro tendrá algo de
culpa.
Cuando enfilo la rotonda de
entrada a Gelves reduzco la velocidad para que me dé tiempo de acabar de oír la
canción. Desde que a Fátima, una
compañera de inglés, se le rompió el
depósito del coche con una tapa de Lipasam mal colocada voy por las calles de
Gelves con los ojos como plato mirando el suelo.
Con los últimos acordes tronando
por los altavoces llego a mi destino, paro el coche en la puerta del instituto
y, sin apagar el motor, me bajo para abrir la cancela de fuera.
La calle está en el más
absoluto de los silencios y cuando abro la puerta del coche mi música lo rompe,
inundándolo todo. Algún día alguien me va a pegar la bronca por despertarlo de
esta forma.
“..cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo”
Me deja un entripaero la
canción, un regustillo en la barriga, una nostalgia….
La vecina de enfrente tiene
la luz del dormitorio encendida y la enorme lámpara refulge en el techo; hoy no
se ha asomado a inspeccionar cuando he llegado, cosa rara.
Me percato, un poco sorprendido,
que a la fecha que estamos, aún no hay ningún Papa Noel rojo escalando por las
fachadas vecinas; ya veremos este año quién se lleva el gato el agua, la
competencia de los paños bordados con la
imagen del niño Jesús es feroz. ¡Adonde
llega el marketing!
El puñetero tío del periódico
cada vez lo tira más lejos, debe de estar cachas el menda ya que no es nada de fácil arrojar un fardo con casi
20 periódicos por encima de una verja de dos metros de alto y llegar a donde
llega el prenda este.
Las limpiadoras se han vuelto
a dejar la luz de uno de los seminarios del piso de arriba encendida. No le diré nada
a José Luis, el secretario, bastante jodido está ya con los presupuestos.
Mañana me toca canturrear con
mi inglés macarrónico el Wish You Were
Here de Pink Floyd, menos mal que nadie me oye y casi todo es sinfónico.
Justito: 16 minutos y 20 hermosos
segundos.
De lo mejor que me va a pasar
hoy.
Seguro.
Precioso.
ResponderEliminarMucha gracias, lo tuyo es "lo bueno si breve dos veces bueno". ¡Que capacidad de síntesis!
EliminarTrayecto repleto. ¿Papás Nöel en marzo? Más frío no, por favor, ya pasó el invierno que llegue el verano y que deje de llover. Me gusta tu blog.
ResponderEliminarGracias Mara, ya llegará el verano y luego nos quejaremos de la "caló" que hace por estos lares.
ResponderEliminarHola Ricardo, acabo de descubrir tu blog y me he estado riendo con los posts sobre el instituto (yo también soy profe y estoy en el equipo directivo). Muchas de las cosas que explicas son "reales como la vida misma" y la gente que critica algunas de tus actuaciones en clase no tienen ni idea de lo que hablan. Una semana al frente de unos cuantos grupos (enseñándoles algo, no siendo el colega de turno) y ya veríamos que harían. Por cierto, yo no escucho a Carlos Herrera pero "zapatero" (el oficio) en catalán es "sabater"
ResponderEliminarGracias compañero, nunca se acuesta uno sin saber algo nuevo. "Zapatero a tus zapatos" sabio refrán.
EliminarDede Barcelona, una fan de Serrat, y ahora tuya... ! que bonito !!!!!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado, seguiré por aquí, seguro que aprendo mucho !
Pilar
Gracias Pilar, no hace falta que te diga que las canciones de Serrat son una constante luz en mi vida, un faro cuando la tristeza me embarga.
EliminarConocía el post! Cuando llegué a tu blog me di un buen festín con todas las entradas antiguas. Echo de menos ( y estoy segura de que somos legión) tus entradas no culinarias (sin desmerecerlas), las vida cotidiana, la desopilante vida de los institutos, los gimnasios... Cada vez que públicas nos alegras el día!
ResponderEliminarSin palabras para ti. Me arrodillo frente a ti. Nunca había visto a alguien tan sincero y gracioso. Una pregunta ¿ no te daría miedo que uno de tus alumnos leyera esto ? Yo soy profesor y si fuera yo me daría mucho miedo que contemplaran mi vida. Saludos desde Madrid
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