domingo, 27 de noviembre de 2011

27/11/2011. OVEJAS NEGRAS

Otoño luminoso y cálido, el sol pica en las espaldas y las calles del centro están a revienta caldera.

Cómodamente instalado, disfrutando del viaje, desde las ventanas del “metrocentro” observo las animadísimas terrazas de la calle San Fernando; veo que al Hotel Alfonso XII le está sentando muy bien el lavada de cara que le están haciendo; junto a Correos un numeroso grupo de personas se agolpan alrededor de una de las muchas estatuas vivientes que cada vez más proliferan en nuestra ciudad (aquí, a diferencia de Barcelona, aún no le exigimos un carnet para desarrollar su arte), delante del Archivo de Indias ya están los stand de navidad inundados de pequeñas maravillas; un poco más allá los aficionados a la numismática salen en animada conversación de la plaza del Cabildo; en la esquina de la antigua sede de Telefónica un grupo sudamericano con sus coloridos y típicos trajes inundan la calle con el sonido de sus quenas, bandolas y flautas de pan; ya en la Plaza Nueva una manifestación expone sus cuitas en la puertas del Consistorio. Sevilla vive y late.


Al fondo se ve la barra y detrás  las estanterías 

Aconsejado por Ernesto Diaz (mi ínclito amigo Ernesto del Gastromium) nuestro destino está en la calle Hernando Colón nº 8, teléfono 666 674 338, en lo que antiguamente era el Bodegón Pez Espada, hoy remodelado y convertido en Ovejas Negras

El bar ofrece la típica imagen de una abacería, detrás de la barra la pared está llena de estanterías repletas de productos prestos a ser vendidos. Su estética recuerda años pasados. El local es estrecho y largo, la barra amplia; frente a ella 7 mesas bajas y dos mesas altas, todo en hierro galvanizado y gruesos tablones de madera sin tratar, todo muy rustico.
Como siempre llegada a las 2 menos cuarto y sólo una de las mesas está ocupada, nos sorprende la cantidad de camareros, contamos hasta siete, todos vestidos de riguroso negro (las modas son contagiosas) pero con algún que otro toque alternativo: uno lleva unas raftas de órdago, otro impresa en la camiseta una frase ingeniosa, aquel un cintillo recoge su cuidada melena. A las dos y diez mesas y barra están a tope.

Dos cervezas para empezar, como mandan los cánones (1,30 € por barba) servidas en vasos anchos y bajos y para acompañar comenzamos con brandada de bacalao con pimientos asados (2,90 €) y carrilera ibérica con suave puré otoñal (4,50 €)

Mientras nos sirven pedimos otras dos birras y ahora nos la ponen en dos vasos altos parecidos a los que utiliza la Coca-Cola, pero de cristal más fino. No me gusta que me cambien de vaso.


La barra y estanterías en todo su esplendor

La presentación de la brandada está muy conseguida, en un frasco de cristal cerrado de esos que se utilizan para conservar la comida en el frigo y que se abren haciendo palanca, muy ingenioso. La brandada muy lograda y el pimiento suave para que no se coma el sabor del bacalao. En conjunto buena nota y precio más que acorde.


La brandada de bacalao, el recipiente monisimo.

En el segundo dos trozos enteros de carrillada con su correspondiente salsa y puré presentado en un plato blanco y hondo tipo cuenco alto para resaltar el efecto. Aparte, en un cazuelita metálica cerrada, más cantidad de puré para repetir. La carne estaba buena, correcta, un pelín sosa, nada que ver con la carrillada al Pedro Ximenez que ponen en el bar Rocio (C/ Greco, nº 12 www.elrociosevilla.com/ ), el humilde puré, con toque de nuez moscada y castañas le daba tres vueltas,


La carrillera y al lado la cazuelita con más puré

Otra cerveza (y de nuevo me cambian el vaso a uno bajo) y Eva pide un tinto Colonias de Galeón de Cazalla de la Sierra que le sirven más frío de lo ortodoxamente correcto.

Tercera tapa Cucurucho de boquerones al limón (2,90 €), boquerones macerado en limón y suavemente adobados presentados con un aliño de perejil y algo más que no se decir que es. Buenos.


Los boquerones al limón con su salsita por lo alto.

Yo me pido otra cervecita y ¡albricias¡ esta vez no me cambian de vaso, Eva pide otra copa de Colonias de Galeón y ,sorpresa, el camarero le dice que se ha acabado ¿Cómo se puede acabar un vino a la hora de abrir un establecimiento? Ahora entiendo el porqué de lo frío de la copa anterior, mi santa esposa se tomaría las escurrajillas de la botella que quedo del día anterior. Esto no es muy presentable en un bar que se precie. Cambia por un Ribera del Duero ecológico. Me surge una duda que me corroe ¿Los demás vino no son ecológicos?

Antes de decidirnos por la última tapa dudamos entre “ensalada thay”, “wok de verdura y pollo” o “tartar de atún”. Elegimos el tartar que es preciosamente la única tapa de toda la carta que pone las mágicas palabras s/p.
Plato de superdiseño, mucho plato y poco condumio.


El tartar, adornado con dos rodajas de rábano

El atún cortado en daditos, alcaparras y semillas de sésamo por únicos ingredientes del tartar, el problema es que estaba condimentado con salsa teriyaki, y entre las alcaparras y la salsa teriyaki prácticamente se comían el sabor suave y delicado del atún. Estaba bueno pero…..
Cuando nos pasaron al final la cuenta nos sorprendió el excesivo precio del atuncito de marras (8,50 €), simplemente abusivo. Eso para que vuelvas a pedir sin pedir precio antes.
En total con IVA incluido 32,60 €.


Este es el wok de pollo y verdura que no pedimos.

La valoración global, teniendo en cuenta que el local lleva sólo mes y medio funcionando, se puede resumir en estos calificativos:
Frescura, novedad, algo ruidoso, mucha diferencia de precios, serviciales y rápidos, les falta rodaje pero tiene cosas muy interesantes y seguro que en cuanto encuentren su línea serán un lugar de referencia.

Antes de salir y como ya es costumbre el camarero que nos atendió nos aconsejó que visitásemos su bar preferido: El Contenedor  en la calle San Luís

Gracias por leerme

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