Tiempo
ha, cuando era feliz e indocumentado, como bien dice García Márquez en uno de
sus primeros libros, me pasaba las horas rebuscando entre las repletas
estanterías de la antigua biblioteca municipal sita en la calle Alfonso XII; por cierto que ya entonces la
ciudad estaba llena de chorizos porque uno de ellos me birlo una bicicleta que
tenía primorosamente amarrada en la puerta, aunque, justo es reconocer, eran
otros tipos de chorizos.
En
uno de estas indagaciones descubrí un pequeño librito de humilde encuadernación
con una temática un tanto peculiar “las
setas en la cocina de la sierra de Aracena”. Estamos hablando de hace no
menos de 30 años y por aquel entonces la cultura micológica de los andaluces
era equiparable al conocimiento del
idioma chino por parte de los madrileños, nada de nada. Por supuesto no le hice ni puñetero caso.
Para
mi sorpresa hace unos 8 o 9 años, un día que acompañaba a mi hija, me encontré
con el viejo y olvidado libro en la nueva biblioteca Infanta Elena, y ahora sí
este atrajo poderosamente mi atención, hasta el punto de llevármelo prestado y
transcribir de puño y letra todas y cada una de sus recetas. Y de una de estas
recetas es de lo que vamos a hablar.
La
receta en cuestión tiene un más que sugerente título “Pollo con níscalos, almendras y castañas” y desprende un delicado
aroma otoñal. La autora de la misma se llamaba Asunción González Bolívar,
natural de Aracena y en el librito la
explicación de la misma es absolutamente minimalista.
Esta es la bandeja de níscalos que cogí el sábado
El
sábado estuve por la mañana pateando el campo en busca de níscalos y, a pesar
del mal año que llevamos, los hados no
se portaron del todo mal y recolecté un kilillo de ellos, luego me regalaron
unas castañas; de pronto, se me encendió la chispa y, para alegría de mi mujer
que le encanta, me propuse cocinar el añejo y exquisito plato.
Paso a transcribir la receta tal cual la copie en su día:
Paso a transcribir la receta tal cual la copie en su día:
Ingredientes:
Pechuga de pollo
1/2 kilo de níscalos
10 almendras
3 castañas
Ajo
Aceite
Sal
Preparación:
Se
fríen las almendras y se apartan. Posteriormente el pollo y el ajo, a los que
una vez dorados añadimos los níscalos con el perejil y lo sal. Se cocinan a
fuego muy lento junto con las castañas y almendras hasta que se hagan en su
jugo.
Y
nada más. Escueta, simple y sabia.
La cazuela acabada, se nota que no soy un manita en esto de las fotos
Lo
mismo que hoy en día con la nueva cocina, cualquier plato de Ferrán, Aduriz o
Arzar sólo el nombre del mismo ocupa más espacio que toda esta receta, de la
preparación ni te cuento, mínimo tercero de carrera de químicas para poder
meterle mano.
La
receta la he realizado tal cual con pequeñas variaciones, por ejemplo las
almendras las compre en el bar de abajo ya fritas, le he puesto más castañas y
más almendras y lo he regado con un buen vaso de vino blanco. Después de echarle
el vino y cubrir de agua ha estado dos
horas a fuego lento, destapada la olla,
haciendo “glu glu”, que es el sonido celestial de los guisos de toda la
vida.
Anímate y déjame un comentario
La foto de arriba muestra la generosa ración que me metí entre pecho y espalda al día siguiente de cocinar el guiso, siempre es mejor dejar reposar estas comidas al menos un día. Doy fe de que me salio fetén.
Gracias por leerme
Anímate y déjame un comentario
Ya podrias haber invitado, la cervecita la hubiese llevado yo, pues tiene buena pinta.
ResponderEliminarHolaaa, te he visto en El País, me iba a hacer seguidora peor no tienes esa opción. Tomo nota de tu web entonces...
ResponderEliminarSaludos.
fácil, rica y divertida. Está la hago hasta yo... Gracias majo.
ResponderEliminarLo de que los andaluces no sabíamos de setas hace 30 años te lo has sacado de la manga. Solo pienso en los habitantes de la Sierra de Aracena, Sierra Norte, Sierra Morena, Cazorla, Segura y Las Villas y las que me dejo sin nombrar. Que tú o tu entorno urbano las desconociera no es ejemplo para generalizar. Por favor, que somos muchos mas que los que vivimos en las ciudades.
ResponderEliminarNo se sienta usted tan ofendido por mis palabras y no las saque del contesto jovial y de exageración notable en que están escritas. Yo soy de la Sierra Norte, concretamente de El Real de la Jara, y aunque desarrollo mi actividad profesional en Sevilla tengo a gala pasar no menos de 100 días al año en mi pueblo, es decir soy mas de allí que los cerdos ibéricos que criaba mi padre, y, aunque exagerando como decía antes, la verdad es que no es comparable el auge micológico que hay hoy día con el de hace 30 años, concrétamente en mi pueblo cogían setas dos y hoy son dos los que no las cogen. gracias por el comentario
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