miércoles, 3 de octubre de 2018

29/09/2018. PEKO PEKO


PEKO PEKO. Sevilla, 29 de Septiembre de 2018

Normalmente pongo en cuarentena ciertos tipos de establecimientos, me da cierta pereza y casi siempre acabo por no visitarlos, y este precisamente era uno que tenía todas las papeletas para que hubiese pasado olímpicamente de él. Varias son las razones que podría tener para ello, veamos:



El tipo de comida (peruana fusión) me encanta, pero después de patear Perú casi todo lo que posteriormente he comido por estos lares deja muy mucho que desear.

Los comentarios en las redes de internet no eran precisamente unánimes, mucha disparidad en ellos y eso nunca es una buena noticia.

El aspecto del local tampoco  era como para tirar cohetes, más bien lo contrario, un poco demodé y algo casposillo.

El sitio, C/ Santa María la Blanca, justo donde acaban (o empiezan) Los Jardines de Murillo es terrero guiri, turisteo puro y duro y no me gustan los bares turísticos.

En fin que las circunstancias y apetencias se alineaban con fuerza frente al único pro que el establecimiento tenía: me lo recomendó efusivamente un amigo que, además, es un perfecto entendido en cuestiones gastronómicas, Don Carlos Portela, y esta mínima ventaja hizo el milagro de que el fiel de la balanza obviara el ostracismo y se inclinara por la visita.

Mi hija no tuvo el menor atisbo de duda cuando le propusimos que nos acompañara y se apuntó rauda y veloz, todo atisbo de comida que huela someramente a Sudamérica o Japón ejerce sobre ella un magnetismo lunar que la pone rápidamente en movimiento. 

Y allá que nos encajamos los tres a ver que cosillas podríamos catar, que manjares degustar, que nuevas sensaciones vivir.

Como ya dije antes y había visto por internet, efectivamente el salón es un poco viejuno y con aire un pelín decadente, turístico. Todo el mundo estaba en la terraza, pero nosotros preferimos el aire acondicionado.

Del servicio se encargan un trio de damitas jóvenes, una ejerce detrás de la barra y las otras dos atienden a la clientela en salón y terraza. La carta es cortita y dispar, evidentemente la base de la misma es la comida peruana (con toques Nikkey y Chifa), pero tiene guiños a la gastronomía peninsular.

Para aliviar el calor empezamos con un par de cervezas y una Coca-Cola Cero para mi hija. La cerveza no es Cruzcampo, pero estaba bien fría, bien servida y en una hermosa copa. Empezamos con un aperitivo típicamente andaluz:




Ensaladilla con gambas. Mi mujer es que ve en una carta la palabra ensaladilla y se le alegra la cara. Nos la trajeron en un plato cuadrado con una excelente presentación, coronada por tres hermosas gambas peladas. Generosa y muy buena, aunque un poco pasada del punto de sal, sin eso hubiese sido de diez.




Seguimos con la joya de la cocina peruana Ceviche. No se puede ir a un peruano y no comerse un ceviche( pincha para ver algunos ceviches espectaculares), eso es un delito penado. A mí me pareció que le faltaba algo, evidentemente no dejamos ni restos de él, pero en ningún momento me pareció redondo. También demasiado sabroso.




Pulpo braseado con esferas de causa limeña y toques de salsa ocopa. Los pulpos a la brasa  están en pleno cenit de las nuevas tendencias gastronómicas, no hay establecimiento que se precie que no tenga en su menú pulpo. Magnifica presentación, buen tamaño y grosor del tentáculo que nos pusieron y bien armonizado con la causa y la salsa. De nuevo el mismo pero que en los dos anteriores, un poco subido de sal.




Picante de marisco. El picante es como una escueta y espesísima sopa de marisco que llevaba de todo, gambas, almejas, choco, una zamburiña, etc. Se acompaña con arroz tipo chifa. Me gustó una jarta, pero de nuevo el mismo pero: pasado de sal.




Con esto ya estábamos listo de papeles, pero como la puñetera gula es artera, taimada y mala consejera, al final decidimos pedirnos una par de gordas hamburguesas de buey, gruesas hamburguesas que vienen acompañadas con una rebosante cazuelita de hermosas cuñas de patatas fritas y varias salsas. Eva y yo nos comimos nuestra media hamburguesa cada uno, Rocío solo pudo con media y la otra media la dejamos con todo el dolor de nuestro corazón.

Al final la comida, las cuatro cervezas, dos Coca-Colas y dos copas de vinos se fue a 77 euros.

Algunos comentarios respecto a las tapas:
Una aceptable relación calidad-precio
Una muy buena presentación
Sabores bastante conseguidos
Y un pero bien gordo. No sé si fue el día en el que el cocinero se levantó con el pie izquierdo por delante, que estaba probando un nuevo tipo de sal y no le tenía cogido el tranquillo o que el tío es así de saleroso, pero como ya he dejado reflejado antes, todos los platos, excepto la hamburguesa, estaban subiditos de sal, lo que evidentemente los deslucía. Aun así, y a pesar de este tremendo hándicap, he de decir que estaban buenos, hay un par de ellos que me los imagino en su punto exacto y serían de auténtico disfrute. Igual un día de estos me paso a ver si el cocinero ha atemperado sus gustos salinos.

Y con esto doy por finiquitada la entrada, la próxima estará dedicada a Cotidiano, que me lo ha recomendado mi amigo y compañero Enrique Bendala, que es un sibarita de mucho cuidado y cuyos consejos nunca caen en saco roto.

Si tú, lector, quieres recomendarme uno, no te prives y me escribes un comentario glosando las alabanzas del local.


1 comentario:

  1. Saludos y Feliz regreso al buen yantar.
    Na más que leer y ya dan ganas de irse al lugar y pedir de comer.

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