martes, 14 de febrero de 2017

ALCACHOFAS CON HUEVO Y JAMÓN

Vaya por delante que desde mi más tierna infancia a las alcachofas las he llamado “alcauciles” que viene del árabe alqabsil, aunque yo, de chico, no tenía ni la más remota idea de esa etimología. En mi casa sólo se comían de una forma: guisados  rellenos de carne picada y mi madre lo bordaba. Comida de muy tarde en tarde y casi siempre de fiesta. Me encantaba ir arrancando las hojas, meter la parte más blanda y carnosa en la boca mientras la sujetaba con mis deditos por la parte más dura, cerrar los dientes  y tirar poco a poco de ella. Los dientes hacían la labor de un rastrillo y se quedada la pulpa en la boca y en la mano la hojita descarnada excepto en los pequeños lomos que dejaba la diastema de los incisivos en ella. Por supuesto esto lo hacía una vez  había acabado con la carne y la parte blanda y central del alcaucil.

De esta foto tomé la idea

¡Que añoranza!

Ahora no, ahora las alcachofas, perdón los alcauciles, están de moda y raro es el gastrobar donde no forma parte de su recetario. Yo los he comido en muchos sitios, pero recuerdo con especial cariño unas Alcachofas con huevos decodorniz y paleta ibérica de Tradevo, las conocidísimas Alcachofas cocinadas al vacío sobre chutneyde menta y aceite de jamón de Leo Ramos en DeO´ y unas guisadas rellenas de carne que un día me puso en su restaurante  Chiva, tapas&restaurante 1966su dueño  Miguel y que había cocinado su madre.

Mira que son feas las puñeteras alcachofas, auténticos cardos borriqueros con ese recubrimiento escamoso que semeja las placas de un dragón enano o las relucientes escamas de un reptil, y encima, para mas inri  hay que limpiarlas muy bien, reducirlas, tirar gran parte de las mismas y como te descuides un momento  se te empiezan a oxidar mientras las tienes en las manos. Una joya.


Yo las suelo hacer en ensalada, cocidas al vapor, con judías verdes, avellanas y limón marinado (a Eva le encantan, algún día pondré la receta) y también las utilizo mucho como parte del sofrito cuando hago algún arroz que no sea muy caldoso.

Esta vez he tomado la idea del blog que Mikel López Iturriaga escribe en el periódico El País, a él le gustan tanto que el símbolo de su blog es precisamente una alcachofa, he modificado la forma de presentar el plato y que él le pone huevos escalfados y yo fritos.

Vamos al lio del montepío:

Ingredientes para 2 personas:
6 alcachofas
4 huevos de gallinas felices
100 gr de jamón o paletilla (opcional)
Sal
Pimienta

Elaboración:
Cortar las puntas de las alcachofas –unos 3 cm– con un cuchillo afilado. Pelar las alcachofas con las manos, quitando las hojas más duras. Cortar las alcachofas peladas en tiras de medio centímetro y echar en un bol grande con agua y unas ramas de perejil.





En un cazo con aceite de oliva bien caliente freír las alcachofas bien escurridas hasta conseguir un color tostado. Escurrir bien en papel absorbente.

Colocar el jamón al fondo del plato, encima las alcachofas y añadir los huevos fritos. Salpimentar al gusto, teniendo en cuenta que el jamón ya aporta su sal.
Ya no digo nada más porque todo lo demás sobra.

Mi platazo

1 comentario:

  1. Ya que he llegado hasta aquí...Me ha recordado mucho tu historia a la mía, ya que mi madre también los hacía siempre rellenos, de hecho aún los hace. La forma de comerlos, por supuesto también igual, me ha trasladado a mi infancia. Hoy recopilo sus recetas en un libro y la investigación me trajo hasta tu blog. Muchas gracias por este ratito!

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