Hace mucho
tiempo que tenía ganas de publicar esta receta que es una de las preferidas de
mi santa esposa. La idea original de la misma me la dio su primo y mi amigo D.
Mario Zapata Trigo, banquero jubilado que no deja hablar a nadie y que ahora, como todos los abuelos, reparte su
tiempo entre su nieto y todo lo demás a partes iguales.
La
concepción de la misma es prácticamente igual a la de cualquier tortilla que se
precie y su elaboración ídem de ídem. El punto novedoso y genial lo aporta la
yerbabuena y su maravilloso aroma que hace que todo el conjunto adquiera unas
cualidades espectaculares y un sabor cojonudo.
Ingredientes:
2 Berenjenas medianas
1 cebolla
5 o 6 pimientos de freír pequeños y tiernos
Los huevos necesarios
Un buen manojo de yerbabuena
Sal y aceite
El
proceso es sumamente fácil. Vamos a ello.
Picamos la cebolla y los
pimientos en brunoise (vulgo cuadraditos muy pequeños) o como te de la real gana y en una buena sartén
con un generoso fondo de AOVE los freímos amorosamente a fuego lento hasta que
la cebolla empiece a blanquear.
En
ese momento incorporamos las berenjenas que previamente habremos pelado y
cortado a ojo de buen cubero en cubos de aproximadamente un centímetro de lado,
salamos y rehogamos todo hasta que las berenjenas estén casi hechas.
En
un bol batimos a conciencia los huevos.
Añadimos
al bol de los huevos batidos la yerbabuena picada, removemos bien y le ponemos
la fritada de pimientos-cebolla-berenjenas. Volvemos a remover bien para que todo se mezcle.
Por
último con esa mezcla semicompacta hacemos la tortilla al gusto del consumidor.
Yo suelo dejarla hecha por fuera y con un punto cremoso en el interior.
Probadla,
el sabor de la yerbabuena aporta una aroma y una sutileza espectacular al
plato.
Me encanta esta receta, es exquisita felicitaciones.
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