Hay un tipo en Argentina que es
un bloguero pelotudo y afamado, el pendejo en cuestión se llama Diego Bianchi y
su culinaria bitácora lleva por celestial nombre “Contacto con lo divino”.
Divinamente cocina el prenda y encima hace unos reportajes fotográficos que te
dejan con las patas colgando. El proceso gráfico de sus platos es tan didáctico
que solo con sus fotos se pueden cocinar sus recetas sin necesidad de más
explicaciones.
Diego es uno de mis permanentes
referentes y disfruto cada vez que publica algo nuevo y, algunas veces, hasta
tengo la osadía de imitarlo. Pura presunción por mi parte obviamente.
Hace no mucho publicó una receta
de alitas de pollo caramelizadas al estilo oriental que nada más leerla me puse a salivar como los perros de
Paulov y en ese preciso instante decidí que tenía que intentar emularla.
Este domingo he aprovechado que
están cayendo chuzos de punta y no hay quien salga a la calle para meterle mano
a la recetita ya que, previsor que es uno, tenía a mano congeladas un kilito de
estupenda alitas.
Va por todos ustedes pero desde
ya os digo que si queréis ver la receta en todo su apogeo entréis en el enlace
de Diego que os he dejado anteriormente y paséis de la mía, que a su lado no deja de ser una mala imitación chapucera.
Ingredientes:
1 kilo de alitas de pollo
3 cucharadas de azucar morena
5 dientes de ajo
Medio limón
Salsa de soja
Aceite, sal y pimienta negra
Hoy no me voy a enrollar y voy a ir al grano. He
empezado separando las dos partes de las alitas, las he salpimentado y las he
frito en una sartén por separado hasta dorarlas en abundante aceite.
Las he trasladado escurridas a una cazuela con un
pelín de aceite donde les he añadido los ajos fileteados y les he dado unas
vueltas. Acto seguido el bajado el fuego y le he puesto el azúcar removiendo
sin cesar para que se vayan caramelizando.
Por último el chorreón de soja, el zumo del medio
limón y vuelta que te vuelta con la paleta hasta que la salsa se ha espesado y se
ha impregnado en la carne dejándola sumida en un precioso lacado.
Punto pelota.
Para acompañar he cogido 6 patatas y las he cocido
con abundante sal. Antes de que estuviesen en su punto las he sacado, pelado,
troceado y colocado sobre papel vegetal en la bandeja del horno. Unas gotas de
aceite y a 180º durante unos cuarenta minutos o hasta que veas que están
tomando un apetecible color dorado.
¡Cojonudo almuerzo!
Lleva usted razón, nada que ver su receta con la original de su "amigo" argentino, sobre todo por las fotos. Pero no desespere.
ResponderEliminarNo desespero amigo, no desespero; lo que pasa es que diego es muy muy bueno y yo soy solo un feliz aprendiz. Gracias por el coemtario
EliminarHe leído algunas cosas de tu blog y me ha encantado. Comparto algunas cosas contigo, que me parecían tediosas hasta que las has descrito tú en tu perfil. Escribo porque el comentario de arriba (no sé si quedará abajo una vez publicado éste) es de un malage impresionante. No sé cómo se puede contestar así a una persona que escribe de manera tan humana, humilde y humorística como tú. Saludos.
ResponderEliminarGracias Hoturu, un sol, eso es lo que eres un radiante sol. Un abrazo
EliminarExcelente presentación Ricardo, felicitaciones!! Me causa mucha gracia tu reconocimiento de emular las recetas de Diego en argentina. En realidad todos copiamos los que nos gusta de los demás y es ahí donde nos superamos a nosotros mismos. Yo aplaudo tu actitud y me quedo con el lado positivo de las cosas, siempre trato de ver el lado lleno del vaso y no la mitad vacía.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo desde Crespo, Entre Ríos, cuna de los inmigrantes ruso-alemanes del Volga por los que tenemos un gran apego a las buenas comidas de nuestras abuelas. Como ejemplo te muestro el Kraut un Brei que hace mi amigo Roberto Engel, un preparado de cerdo, repollo y puré de papas. Enlace: https://guiacomercialcrespo.com.ar/kraut-und-brei/
Ojalá te animes a imitarlo.