“En cualquier lugar cuecen habas”, esa es una verdad verdadera con
enjundia y peso, como lo es también “donde
menos te lo esperas salta la liebre”, que es decir más de lo mismo pero de
otra manera y ¿a qué viene tirar del refranero y por partida doble?, pues
simplemente que he encontrado una joya donde no sabía que la había y, en
justicia, esta vez no he sido yo el artífice del hallazgo, ha sido mi mujer la
que bicheando bicheando por ese etéreo mundo de los bits dio con el pleno de la quiniela.
Comencemos por el principio que
siempre es el mejor de los comienzos. Pues resulta que este finde nos hemos
largado de playeo; ni Eva ni yo somos de arena, pero como la parienta tenía que
hacer rehabilitación con el pie y el médico le dijo que eso de andar por la
playa le vendría como anillo al dedo, pues, haciéndole caso, nos hemos marcado
un par de días en un hotel de Costa Ballena de esos mastodónticos que los
contratas con desayuno y cena-bufet incluida y por más señas pantagruélicas;
llenos de sonrosados europeos norteños (en este caso predominaban por
abrumadora mayoría los de más allá del telón de acero) que los ves en el
comedor dirigiéndose a sus mesas con su correspondiente plato-montaña de comida
y tú, estupefacto, piensas “donde leches
le cabe a ese tío esa cantidad de comida” y ya, pasmado del todo te quedas,
anonadado, cuando compruebas que al cabo
de un rato el menda va y repite la operación como si tal cosa, mientras se mete
entre pecho y espalda dos o tres jarrones de cerveza como si tal cosa. ¿Estas
gentes comen durante el resto del año, o les pasa como a los osos polares, que
se atiborran durante seis meses y luego roncan el sueño de los ahítos el resto
del año?
Varios platos como este se meten entre pecho y espalda |
A mi Costa Ballena no me gusta un pelo, ni Costa Ballena ni
ninguna de esas nuevas y lujosas
urbanizaciones sitas en medio de la nada donde para comprar pan, un kilo
de tomates o tomarte una cerveza tienes que coger el coche e ir a seis
kilómetros. Muy bonito todo, unas avenidas preciosísimas, unas zonas verdes que
parecen green de campos de golf con sus jardineros todo el día manguera al
hombro dale que dale; esos hombres de mediana edad con sus bermudas y sus
finísimos jersey de conocidísimas marcas lánguidamente caídos sobres sus
hombros mientras pasean a su perrito de turno u esos otros Kent que pasan sudorosos por tu lado mientras
controlan ávidamente el pulsímetro, y que me dices de esas cincuentonas con esos
pareos a la última y esa caída de ojos que te mira y te están haciendo una
radiografía de cuerpo entero; yo algunas veces las miro y no sé muy bien si son
blancas que se han achicharrado en la playa o negras que están siguiendo un
programa de blanqueo, ni por los labios lo saco quillo. Urbanizaciones de nuevo
pelo y nuevos ricos que hace unos años proliferaron como setas en otoño y que
tienen de to menos alma.
¿Banca amorena o morena desteñia? |
Con lo que me gusta a mí un buen chiringuito,
un barecito de pueblo donde hablar con el pescador que acaba de llegar, el
colmao ese de toda la vida que respira tradición y vivencia por los cuatro costado, esas plazas de abasto atiborraitas
de pescados y gentío con su constante vocerío y ajetreo, esas terrazas donde el
camarero te ve pasar y ya te está llamando la atención con un “niño, ven paca que tenemos los mejores
caracoles de to Andalucía” “y el
pescaito que tenemos hoy, más fresco
imposible, que te digo fresco, que se me acaba de escapa un pulpo y he tenido
que ir a cogerlo al medio la calle”.
¡Que me gusta un buen mercao! |
Conclusión: que para comer en
condiciones nos fuimos a Rota, que es un pueblo de toda la vida del mundo
mundial y del que tenemos gratísimos recuerdo de cuando éramos jóvenes, no
teníamos un duro en el bolsillo y el camping de Punta Candor nos parecía el
hotel Alfonso XIII.
¡Cuántas horas me he tirado en esos corrales observando el
ir y devenir de la marea; buscando gambas, cangrejos o cualquier bicho que
osara moverse para utilizarlos de cebo a ver si trincaba una buena urta! ¡Que
buenos ratitos pasados!
Corrales de Rota |
Rota ha cambiado mucho y no se
parece ni por asomo a la que yo tenía en el recuerdo; el centro se ha llenado
de terracitas y tiendas, calles peatonales y mobiliario urbano, pero sigue
siendo un pueblo con todo lo bueno que eso supone.
Hace un año se incorporó a la
oferta gastronómica de la villa un nuevo local en pleno centro, justito al lado
de la plaza de abastos, en la calle Veracruz nº 6 El Tragaluz. teléfono 956841750 de la mano del chef Paco Guzmán,
con la firme idea de presentar a sus clientes una oferta rompedora, casi onírica;
innovación pura y dura en un lugar donde la tradición es el eje vertebral de
casi todas las cocinas.
Dicho y hecho. El local elegido
está en consonancia con el reto marcado, sito en la primera planta de un nuevo
edificio, (hay ascensor) primorosamente decorado, con mimo y una multitud de
detalles originales (un cardumen de pececillos nadan por la pared indicándote el
camino a seguir, en otra pared del comedor una espiral de mariposas, al fondo
muebles y relojes art-deco, en medio un árbol del que cuelgan vasos con
luminarias en sus fondos, etc, etc). Muy espacioso y las mesas suficientemente
separadas como para poder hablar con total intimidad.
Una parte del local |
Detalle en una de las paredes |
La bandeja del pan (2,2, €) contenía regaña, unos cuantos picos de esos largos con semillas de sémola y dos hermosos trozos de pan de autor con berenjenas y comino. Nos comimos durante el almuerzo uno y el otro nos lo guardamos para dar cuenta de él en otra ocasión.
La carta es muy amplia, con al
menos 30 platos entre entrantes, pescados, carnes, comida japonesa (sushi, nigiris,
sashimis, etc) y postres y con una panoplia de nombres de lo más sugerente.
Este es Paco Guzman, el artífice de la comida |
Después de darle muchas vueltas
elegimos cuatro entrantes y un plato de pescado.
Empezamos con un Sunomomo (9,30 €) y unas Croquetas de corvina y erizo (5,20 €)
El Sunomomo es un tipo de ensalada japonesa de pescado y algas. De
pescado llevaba atún, salmón y gambas, por supuesto en crudo, dos tipos de
algas, pepino, cebolla roja muy finamente picada y salicornio (otro tipo de
alga originaria de la zona) Todo ello aderezado con vinagre dulce. De todo lo
que comí fue lo que más me gusto
Esos cuernecillos verdes son el salicornio |
Las croquetas de corvina y erizo
finísimas, el sabor predominante del erizo (que ahora está como muy de moda)
la hacen delicadas y a la vez potentes. La carne de la corvina suaviza.
Como estamos por tierras gaditanas
pues para hacer patria y porque nos gusta una jartá nos pedimos una botella de Garum (21,30 €) que sabemos que nunca
defrauda.
Seguimos con Araña frita con emulsión de miso y cítricos (10,70 €). El pez araña (o escorpión, faneca brava, sabirón o salvario)
tiene una aleta dorsal venenosa y como el puñetero tiende a esconderse en la
arena como lo pises no te cuento na. Pero su carne está deliciosa y su piel
crujientita mejor todavía.
De cuarto Corazones de alcachofas rellenas de huevos de codorniz con huevas de
truchas (11,80 €). Un espectáculo de plato, da pena penita comérselo de lo
bonito que pintaba en la bandejita.Este es el pez araña antes de pasar por la freidora |
Para acabar con el ágape Raya con calabaza dulce, tomate fresco y
encurtidos (16,20 €). Una combinación que ni a la más calenturienta de las
mentes se le habría ocurrido: el dulce de la calabaza con el sabor semiamargo
de los encurtidos (pepinillos y alcaparras), más el tomate y la raya. Bueno
pues cuajaba todo y no dejamos ni ápice.
De postre Eva se pidió, pura
gula, una trufa casera (1,80 €), chocolate
puro y duro acompañado de un garrapiñado de chocolate blanco.
Ricardo,
ResponderEliminarTe sigo desde el momento que descubrí por casualidad tu blog tiempo ha. Natural de Écija y Ldo en Físicas en la UNI de Sevilla, y habiendo pasado toda mi vida profesional viajando prácticamente por todo el mundo, resulta que se me presenta la posibilidad de pasar unos 5-6 días en Sevilla con mi ex y con mi hija con las cuales hace tiempo que no hemos compartido nada juntos (mi ex es Alemana y mi hija ídem además de española por mi parte). Hace ya aprox. 15 años que no he estado por Sevilla y es por lo que te quedaría eternamente agradecido si me sugirieras un "circuito" de tapeo- gastronómico como veo en tu blog y que coincide totalmente con mis ideas-concepciones de lo que es el pasarlo verdaderamente bien bebiendo, comiendo y en compañía...
Gracias de antemano por tus sugestiones Ricardo y no cejes en tu blog que encuentro magnífico...
Don Ricardo, por aquellos lares a las navajas les llaman "muergos" imagino que lo de "muérdagos" es una errata. Una vez en Costa Ballena es mejor moverse a Rota o a Chipiona para comer en condiciones. Un saludo
ResponderEliminarMuchas Don Migue gracias por partida doble, por lo de don y sobre todo por corregirme en mi error, efectivamente no tienen mucho que ver los adornos navideños con las mariscadas, a veces, en el fragor de la escritura, se ne va la olla.
EliminarLas gracias a usted D. Ricardo por el magnífico blog y sus acertados comentarios. El don lo tiene mas que merecido como todos aquellos que se dedican al noble arte de la docencia.
ResponderEliminar¡Me lo apunto! A mi tampoco me gusta el estilo Costa Ballena, pero este rincón de Rota tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminarMerece la pena
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