jueves, 26 de junio de 2014

DECIDIDO: ME APUNTO A UN GIMNASIO


ANTECEDENTES.

A veces se imponen decisiones drásticas; no hay más remedio  que afrontar la cruda realidad y nada de andarse con paños calientes: al toro y por los cuernos (bueno, los catalanes no dirían esto ni de coña, faltaría Mas).

Ya era hora de ir al gimnasio
El caso es que vengo notando que en los últimos meses mi masa corporal ha sufriendo un notable cambio, mi cuerpo ha ido mutando paulatinamente y aunque no ha sido en todas partes por igual (por ejemplo en las orejas no he notado la más mínima variación) hay algunas puñeteras zonas que se han desarrollado casi exponencialmente, como si de la sucesión de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13…., anda gracioso adivina los siguientes números) se tratase, lo que en roman paladino significa que los cinturones se han quedado sin orificios, vamos que mientras el vulgo se aprieta el cinturón por la galopante crisis que nos está golpeando, yo cada dos por tres tengo que ir al zapatero de al lado de casa para que me haga un nuevo agujero en el cuero para poder abrochármelo.

Esto ya de por sí es mosqueante y tela de incomodo, pero encima está el cachondeito y la guasa fina de amigos y parienta. El otro día, sin ir más lejos, mientras nos tomamos unas cervecitas a la salud de la selección española de futbol, celebrando el espectáculo dado ante Holanda, un graciosillo se me queda mirando socarrón y me suelta “illo, te estás poniendo fuerte”, será joputa el tío, fuerte dice que me estoy poniendo, si me doy un golpecito en la barriga y me salen olitas como en la playa, será……. Y la "otra", sí, sí, "la otra, la innombrable" (mucho cuidado de que esto no salga de aquí, que como se entere la parienta tenemos tonterías y de las gordas), bueno, eso ya fue el colmo, el remate de los remates, el acabose; pues no que en mi cumpleaños va y me regala El Kamasutra, en rustica, en francés y con unos dibujos en colores del copón, digo yo que los dibujos serán para compensar que no tengo ni pajolera idea del francés, o eso del francés tendrá otras misteriosas connotaciones.


En esta hermosa funda venía el librito de marras

Yo, gilipollas, alucinado, más contento que unas pascuas imaginando escenas eróticas al tuntún, posturitas de esas que tienes que hacer cinco años de yoga para intentarlas, practicando sexo tántrico a 40 grados en esta Sevilla de mi alma; en fin soñando con placeres venideros y de pronto va y me suelta: “pichurrín mío, ¿te gusta el regalo? Sabes, es que últimamente con la postura del misionero me entran sofocos y me cuesta un poco respirar”. Al suelo, el alma se me vino al suelo, y ahora cavilando entiendo yo porqué últimamente hacía tantos jadeitos en el tálamo, no es, como yo ingenuamente creía, que mis dotes amatorias fueran in crescendo, no, leches, no, es que se asfixiaba la pobrecita mía. ¡Qué marrón!


La famosa postura del misionero

La puntilla me la dio mi amigo Elías, inconscientemente, sin atisbo de mala intención, eso sí, pero me la dio. Se me ocurre publicar en el Facebook ese una foto y va el menda y me pone debajo un comentario de cierta enjundia que yo al principio no entendía muy bien: “al final, todos somos esclavos de nuestra sombra”. Fíjate que cosita más sencilla y aparentemente inofensiva “todos somos esclavos de nuestra sombra”, toma ya, filosofía pura y con mensaje subliminal, ¡que jodio el colega!. Pues, casualidades de la vida, aquella misma tarde, jugando al pádel, en un momento dado veo la sombra de mi perfil nítidamente reflejada en la pared del fondo de la pista y me quedo pasmao ¡coño, si parezco que estoy de siete meses!, tan estupefacto me quedé que la bola me pegó en la cabeza y encima el compi me abroncó por distraerme y perder el juego. Para jueguecitos estaba yo ante la cruda realidad súbitamente descubierta.


Bueno, a lo que iba, que había que tomar una decisión, que esto no podía seguir por esta senda, que la cosa estaba degenerando a marchas forzadas y que ya me veía buscando tienda de tallas especiales o aguantando una demanda de divorcio por incompatibilades adiposas; un número lo mirase como lo mirase. Haciendo gala de mi reputada racionalidad y contrastada lógica (para algo sirven las matemáticas además de para putear a los alumnos, hacerles la vida imposible y mandarlos para septiembre) me pongo a cavilar sobre cuál es la solución más cómoda y sobre todo eficiente a mi problema y sopeso con sumo cuidado varias posibilidades:

·      ----Dieta estricta. En principio descartada. Ahora que empieza la época de los caracoles, con lo bien que se está en una terracita por la noche metiéndose para el cuerpo unas cabrillas con tomate, unos caracoles con su vasito de caldo, la Cruzcampo esa  glacial que te entra que ni te enteras. Vamos, vamos, por Dios, ni se te ocurra. Descartado de cuajo, sin atisbo de duda.

·     ----Una semanita de Dukam para eliminar líquidos. Se me viene a la memoria la experiencia de hace dos años y me entran unos sudores tela de chungos. Mejor dejarlo para cuando el alzeimer me evite esos malos recuerdos.

·   ------La dieta del cucurucho me seduce, pero no sé si contaré con la necesaria colaboración conyugal, me huelo que la cosa va a estar complicada de explicar, y al final la parienta no me va a creer; además, leches, que a mí lo que me gusta es comer.

·       -----Otras muchas posibilidades estudiadas, pero como que no.

-     
¡Que cosa más rica!



      Estando yo en estas cuitas, pensativo y cabizbajo, mi señora que es más lista que el hambre y me conoce como si me hubiera parido, empieza a soltar indirectas como la que no quiere la cosa: “sabes, acaban de abrir un gimnasio nuevo en la Carretera de Carmona y hay una oferta familiar cojonuda, ¿nos apuntamos?” “¿Te quieres creer que mi amiga María Jesús  lleva una semana haciendo bicicleting en el gimnasio y está fenomenal? se le nota un montón” “Me estoy pensando quedarme a la clase de zumba cuando acabe el pádel, ¿te apuntas?”  ¿Zumba, que coño es eso del zumba? ¿Tendrá algo que ver con los mosquitos?, por si las moscas me hago el tonto y no le digo ni pio.

Una gota malaya, sutil y constantemente incidiendo, machanonamente insistente hasta que te desarma todas las defensas que tú vas interponiendo. Zas, levantas una muralla que crees infranqueable y en par de días de carantoñas y zalameras palabritas al oído (“cariño, que bien te sentarían unas horitas en el gimnasio para tonificar esos músculos”, “fíjate, fíjate la tableta de chocolate que le ha salido al Bustamante, como se nota que se cuida. La Paula tiene que estar en la gloria. ¡Qué envidia por Dios! ) se derrumba estrepitosamente  como los muros de Jericó al son de las bíblicas trompetas, y al final claudicas, tiras la toalla; que le vamos a hacer, aceptemos pulpo como animal de compañía.
Toma tabletas de chocolate, y sin gimnasio ni na de na
Que atinado y fino estuvo el que apostillo que más tiran dos tetas que dos carretas.

Total que de un día para otro me levanto autoconvencido de que lo mejor  es apuntarme a un gimnasio, ¡apuntarme a un gimnasio¡, yo, que tengo la flexibilidad de un tronco de encina, que la última vez que me llegue con la punta de los dedos a los pies fue cuando siendo un tierno infante  me los chupaba en la cuna, que he dejado de comprarme zapatos con cordón porque cuando me atrevía a doblarme para hacerme el nudo me ponía morado del esfuerzo y ahora he amarrado una lengüeta a un palo de golf para no tener que agacharme y encajarme cómodamente los zapatos; yo, que de los más de 650 músculos que dicen que hay en el cuerpo humano a mi, con seguridad, no me quedan más de quince o veinte operativos y raquíticos. ¡Apuntarme a un gimnasio!, ¡las vueltas que da la vida y los senderos insospechados que tiene uno que recorrer!

Una vez tomada la decisión viene la segunda parte ¿cuándo me apunto? Aunque parezca un tema baladí la cuestión es de vital importancia. Tiene que ser durante un periodo en el que no abunden las festividades para que no se produzcan interrupciones indeseadas en la creación del hombre nuevo que estoy dispuesto a convertirme, por tanto antes de Semana Santa ni hablar, pero luego viene el puente del 1 de mayo y sin solución de continuidad la feria de Sevilla que acaba el 11 de Mayo. ¡Coño, que tarde acaba este año la feria! . Entre la feria y las vacaciones veraniegas sólo queda el Rocío, pero  como no tengo intención de ir, la cosa está clara: el 12 de mayo me apunto al gimnasio y en un par de mesesitos me pongo hecho un pincel para lucir palmito este verano y ser la envidia del vecindario.

En dos meses dejo yo a este a la altura de un pepino

11 de Mayo. Que mala noche he pasado, entre la calo y la que se avecina me he pegado toda la noche dando vueltas en la cama, me adormilaba y al rato me despertaba sobresaltado y sudoroso pensando en mancuernas y aparatos diabólicos que me perseguían entre el solaz de forzudos personajes que se señalaban y se escoñaban de risa. ¡Qué malita noche he pasado! Digo yo que esto serán los nervios, ni cuando me examiné por cuarta vez de Ecuaciones Funcionales en quinto de carrera estaba yo tan mal.

Pero, ¿Quién dijo miedo? A las 12 estoy como un reloj en el gimnasio a apuntarme.

Próximamente: PARTE 2. ENTRO EN UN MUNDO NUEVO





4 comentarios:

  1. Vaya, de lo que se entera uno, ¿de modo que te solazas con una barragana? ¡Que pilluelo!. En espera de la continuación, no tardes mucho.

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  2. Anda, lo que me he reído! jajaja

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  3. La sucesion de Fibonacci es erronea. El segundo digito debe ser un 1 y no un 2.

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  4. Llevas toda la razón del mundo mundial, imperdonable error, máxime teniendo en cuenta mi trabajo. La correcta es: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, ....que como se puede comprobar se construye sumando los dos anteriores. Gracias por el comentario

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