domingo, 2 de junio de 2013

INTEMPERIE

Me enamore de este libro sin haberlo leído, simplemente por una reseña en no se qué periódico, en ella se hablaba más que del libro de las palabras usadas en él; palabras perdidas en el tiempo, palabras caídas en el olvido desde lo más profundo de la España rural, lírica para mis oídos, evocación de un pasado cercano y remoto a la vez.


     "Buscó en los serones una trenza de albardín que había sobrado del redil y la ató a la retranca. Luego fijó el otro extremo a una piedra caída del castillo y tiró del ronzal. El animal se movió, y la albarda se deslizó por sus cachas hasta caer al suelo"

Después  escarbé afanoso hasta que descubrí una sinopsis del mismo en Planeta:

Un niño escapado de casa escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que lo buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.




Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. En ese escenario, el niño, aún no del todo malogrado, tendrá la oportunidad de iniciarse en los dolorosos rudimentos del juicio o, por el contrario, de ejercer para siempre la violencia que ha mamado.

A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada
.

Cuando  empece a devorarlo me di cuenta que la novela era algo más, mucho más.


Cada página es un puñetazo seco en el estómago que hace que te retuerzas en un  escorzo de dolor: Desde la primera hasta la última línea te van cayendo una sucesión de golpes que, como goterones en un aguacero de Mayo, van dejándote aturdido y ciego, uno tras otro; cuando crees que ya no puedes más Jesús Carrasco da otro golpe de tuerca y te vuelve a sumir en el estupor y la incredulidad.

Más duro imposible, como Las Ratas de Delibes pero sin un ápice de dulzura ni inocencia,  de alegría ni esperanza, con toda la retranca del dolor, la soledad y el inexorable destino mordiéndote a dentelladas secas y calientes  los talones. Férreo y tierno, conmovedor y trágico; tanto que durante la lectura imploras del autor un mínimo descanso, una exigua concesión que en ningún momento te otorga, tanto que deseas meterte físicamente en el libro y rescatar al personaje de la constante ignominia que padece. Y te revelas y te duelen las entrañas.



La prosa es seca, espartana, descarnada de cualquier boato u ostentación, como los estoicos personajes. Palabras perdidas en nuestra memoria cobran vida y se quedan prendidas en la añoranza. Recuerdo de un pretérito que fue pasado y nunca será presente. Vivencias.

     "En su casa, las piedras de las paredes imponían una ley ancestral que dictaba que los niños debían mirar al suelo cuando eran sorprendidos haciendo algo inconveniente. Debían mostrar la nuca, dóciles como ofrendas o victimas propiciatorias"

No os lo perdáis y libarlo hoja a hoja, línea a línea.
   


2 comentarios:

  1. Estuve en la presentacion de su libro este invierno un viernes en la FNAC....además de ser muy entretenida, divertida, él es un encanto y fue una delicia escucharle hablando de sus raices de pueblo...has leido su último libro???
    Mar

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    Respuestas
    1. Querida Mar siempre estás presente en eventos culturales de todo índole, que delicia. Para que luego digan que los matemáticos sólo sabemos de números. Un beso

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