Ayer tarde, como todos los lunes
a la 7:30, celebramos nuestro partidito
de pádel. Llevamos la tira de años jugando este partido y siempre somos los
mismos con pequeñas variaciones. De la misma forma cada martes a las 13:00
tenemos clase con nuestro “maestro” D. José Ignacio Noguera que si no nos ha
mandado ya a freír espárragos es por su natural bondadoso o por algún
insondable misterio que en estos momentos se me escapa.
Por lo menos ocho o diez años,
salga el sol por donde salga, allí que estamos nosotros cuatro (Manolo, Luis,
Kiko y un servidor) prestos a recibir las enseñanzas del día, ilusionados por
ampliar el bagaje de nuestros conocimientos. Años de repetir los mismos
ejercicios una y otra vez, pero a nosotros eso no nos aminala, que va, siempre
lo cogemos como si fuese la primera vez que lo hacemos y siempre lo hacemos
como si fuera la primera vez; es decir, fatal,
siendo francamente benévolo en la
apreciación.
Empezando por el más alto: Luis, Manuel Ortas, Kiko y Manolo Garrido. Ese día yo tenía la espalda jodida y falté |
¡La de miles de veces que, año
tras año, hemos ensayado las bandejas, los remates planos, las voleas, las……!
Pues no hay forma, de ninguna de las maneras, ni por activa ni por pasiva.
Cuando acabando el curso, por junio, José Ignacio nos da las notas y en casi
todos los apartados nos califica con un
P.A. Léase “PROGRESA ADECUADAMENTE”
nos da la risa tonta.
Las clase en sí son todo un
espectáculo de las que, sucintamente, realizaré una breve y didáctica
exposición lo más objetiva posible.
12.55. Nos despojamos de la sudadera y raqueta en mano entramos en la
pista para calentar un poco los músculos y coger el tonillo. Cinco minutos
peloteando en paralelo para desentumecernos y José Ignacio que nos observa dándonos
ánimo desde la puerta:
Las herramientas del maestro |
-Que bien os veo. Uyyyy uyyyy Manolo, estás que te sales.
- Kiko déjate de pelotazos, que esto es un calentamiento.
Cuando pasado el tiempo,
inocentemente (o tal vez no), se le ocurre preguntar -chicos, ya estáis calientes en lugar de – chicos, ya habéis calentado, se arma la de Cristo, cachondeo
generalizado y procacidades al tuntún. Descojono total y cada uno sale por
Antequera.
13.10. Explicación técnica del
golpe que ese día vamos a practicar a fondo.
-Vamos a ver muchachos, hoy vamos a intentar colocar la bola en este
rinconcito, en esta esquinita que hace la red, la puerta y la malla. Nos dice mientras delimita dicha zona, un triángulo rectángulo de apenas dos por
dos, con una batería de conos pequeñitos. Ustedes
en la línea del fondo de saque. Yo os tiro una bola a media pista y ustedes
suavemente la levantáis con mimo y que caiga muerta detrás de la red, en la zona
marcada. Si le dais fuerte ira directamente a la malla y si la levantáis mucho
el rival os aniquila a voleas, la clave está en levantarla, en la trayectoria parabólica, que pase a menos de una cuarta de la red y caiga a plomo.
Los cuatro lo miramos con cara de
asombro y disimuladamente nos vamos separando de donde hipotéticamente debemos
empezar para dejarle el muerto de hacer el primero de los ridículos al que este
menos atento. Empieza tú que a mí me da la risa.
A esa altura en que Lamperti saca la bola es donde esta tiene que caer |
Y comienza el espectáculo, cuatro
bolas cada uno, en constante rotación y sin paradas. Tres carros después, unas
doscientas bolas mínimo, el acierto ha sido un paupérrimo 1% y las dos bolas
que han alcanzado su objetivo han sido obra de Luis, sin duda el más fino de
los cuatro, Luis no golpea la bola, la acaricia, hace que resbale la bola en la
pala como cuando pasamos la mano por la
cabecita de un niño pequeño. Las que no se han quedado en la red, la inmensa mayoría,
han volado hasta la malla, algunas han salido por la puerta como diciendo “anda y que os den, mataos, que sois unos
mataos”, y ha habido golpes sencillamente magníficos, pero no para lo que
estábamos practicando.
José Ignacio nos da pautas y nos
anima:
- Manolo levanta la bola. Kiko mete el culo cuando golpees. Ricardo te
mueves menos que…. Bien Luis, bien.
Manolo es el más proactivo, se
da golpecitos en los muslos y responde con énfasis –Siiiii maestro, cada vez que
José Ignacio lo corrige. A Kiko y a
mí nos da la risa y Luis se concentra intentando visualizar el golpe
El gran D. Manuel Ortas |
A las 13:30 empezamos a jugar
(esto es un eufemismo, entiéndase) los cuatro ensayando lo que hemos
practicado. Dos al fondo intentando realizar el jodido golpe y otros dos en la
red esperando. A quince puntos el partido y se rota. Cuatro partiditos jugando
en todas las posiciones posibles. ¡Apoteósica media hora! Yo creo que mientras recogemos
las bolas entre pachanga y pachanga y José Ignacio aprovecha para acercarse a
beber agua o refrescarse, a lo que realmente va es a llorar en silencio y
mesarse los cabellos. Inútiles, que sois
unos inútiles, es lo más suave que
pensará.
Imagínense como tiene que ser el
espectáculo que los alumnos que tienen clase a la siguiente hora y que tienen mucho
más nivel que nosotros, suelen
presentarse por allí, como el que no quiere la cosa, media horita antes para deleitarse
acojonandose de risa con lo que sucede en la pista. Se dan hasta codazos
disimuladamente, que los he visto yo. No nos vitorean de puro milagro. Hasta las
chicas que están en la pista de al lado con Goyo a veces se paran para ver
nuestras evoluciones.
Tres clases después de insistir
machaconamente empiezan a entrar algunas bolas, pongamos siendo generoso que un
15%, no todas con la precisión técnica requerida pero bueno, menos da una
piedra. Luis, como siempre, le ha cogido
bastante bien el tranquilo, Kiko sigue con sus escorzos inverosímiles, yo totalmente dicotómico, unas
veces sí y otras naranjas de la china. Pero es Manolo el que más a pecho se lo toma,
está decidido a dominar el golpe, a perfeccionar la técnica, a que sea uno de
sus golpes de referencia y cada vez que lo logra levanta las manos al cielo y
grita su contento a los cuatro vientos.
Cambiemos de tercio. Partido del
lunes. Manolo y yo de pareja, enfrente Ignacio y Kiko. Primer set peleadísimo. Durante
todo el set, en realidad durante todo el último mes, Manolo está tirando las puñeteras bolas a la
esquinita, ocasión que se presenta y zas, bola para la esquina, de ocho o diez
bolas que se ha jugado ha logrado un punto y lo ha celebrado saliendo por la
puerta brazos en alto y saludando como
los toreros en tarde de triunfo.
Saco yo, 9-10 y 30-40, bola de set para Kiko e Ignacio. Punto peleado,
jugando todos con más miedo que siete viejas. Le llega la pelota a Manolo y con
dos cojones se la vuelve a jugar al mismo sitio. Idéntico resultado, bola a
red.
¡Venga Manolo, que tu eres un artista" |
Porca miseria.
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