domingo, 13 de septiembre de 2015

05/09/2015. SALONIKI


Málaga siempre es una buena opción, una excelente opción diría yo; así que, de vez en cuando, hay que hacer uso de ella y pegarse una escapadita para visitarla, para atisbarla, para perderse por alguna de las muchas Málagas que viven dentro de la misma Málaga, como una matrioska cualquiera.



Este fin de semana he pateado la Málaga ancestral de El Palo, ese abigarrado barrio de pescadores donde pasear por sus callejuelas es todo un curso de antropología y arquitectura de supervivencia. Minúsculos callejones que desembocan en una luminosa playa, calles convertidas en el salón comedor de las familias residentes entre una vorágine exuberante de macetas; aceras usurpadas sin el menor de los pudores por anexos arquitectónicos imposibles e imagino que ilegales, camareros descamisados y barrigones,pitillo al labio, barriendo ese paseo marítimo donde al cabo de un ratito ofertarán zalameros y vociferantes una suculenta carta de pescados, esas barquitas permanentemente ancladas, huérfanas de agua, donde a los espetos de sardinas se les tratan con el mismo mimo con que se le da un beso a un niño chico.


Mucha tela este Palo, tela marinera y de la buena y ya si hablamos de las sardinitas, los calamaritos, las cañaillas, los pargos, las ………. entonces apaga y vámonos.

 
La calle como patio trasero de mi casa
 
Yo me hago una terracita donde quiero

 
y tiendo la ropa donde me da la gana y si no puedes pasar por el acerado te bajas y punto.

 
Uno de los muchos callejones por los que se llega a la playa.


 
¿Esto es Málaga?. Si, cariño, esto es El Palo



Atardeciendo

Por cierto si os decidís por daros una vuelta por estos lares os recomiendo para descansar La Francesa Suites, una preciosa casa consabor mediterraneo, antigua residencia del cónsul británico con un jardín francés poblado de naranjos y limoneros, cinco preciosas habitaciones y etc, etc


 La segunda Málaga que he visitado ha sido la señorial y turística de la calle Marqués de Larios con su abigarrado y cosmopolita gentio pululando por todos lados, autentico crisol de lenguas; también  la Málaga cultural del Thyssen donde, entre otros,  me he deleitado con mi querido Sorolla y donde por cierto he comprado una preciosa reproducción de un casi olvidado pintor sevillano, paisajista y luminoso,  llamado Emilio Sánchez Perrier y aunque es principalmente conocido por sus paisajes con agua este de una chopera sencillamente me enamoró a primera vista y ya se sabe que a los amores hay que acurrucarlos en nuestros brazos.

Por último y haciendo ganas para comer, he pateado el turgente puerto paseando por el Palmeral de las Sorpresas y  el novísimo y super de moda Paseo de la Farola con una amplísima oferta de restauración de todos los signos y para todos los bolsillos. Y aquí, al final casi del paseo es donde he encontrado el lugar donde reponer las fuerzas.


Son tres restaurantes  juntos pero no revueltos y los tres pertenecen a la misma empresa. El primero ofrece comida india y mejicana, el segundo griega y el tercero argentina con la particularidad de que si te sientas en el del medio, el griego, puedes pedir lo que quieras de las tres cartas y confeccionarte a tu gusto un menú de lo más internacional. Pues precisamente eso es lo que hicimos nosotros, sentarnos en Saloniki, que así se llama el restaurante griego y probar un poco de todo menos argentino que no teníamos el día de carnes.

Sherry (supongo que se escribe así) el gerente de los tres estableciminetos y un servidor


De beber tomamos el vino de la casa, un rioja joven llamado Coso Viejo de Bodegas Castillo de Peñafiel, Valladolid, a 13 € la botella.

Para empezar comenzamos con una selección de Startess 12,50 €, puro griego. Cuatro cremas con sabores autenticos mediterráneos: humus, berenjenas, pepino, yogurt, aceitunas, tomates y al centro un sabroso cuscús. 



De segundo un plato hindú Amigos Biryani 15,95 €. Grandes trozos de pollo y cordero cocinados con perfumado arroz basmati y todo profusamente aromatizado con quien sabe que combinación de exóticas especias. No quedo ni atisbo en la cazuela.



Por último un reconocimiento a nuestro hermano Mexico con un platazo de fajitas 12,50 € deliciosas, con sus tortitas de maíz y dos salsas para acompañar. Con ahínco lo intentamos, pero no fuimos capaz de acabarlas, aunque estuvimos bien cerca.



 

Un buen sitio para probar cosas.
Salimos más contentos que unas pascuas.

De vuelta al Palo, por la noche y despues de un merecido descanso aún tuvimos la suerte de conocer a un peculiar  personaje Antonio, "El almendritas". Muy conocido y querido en el barrio, actor de un corto en internet por avatares de la vida, nonagenario con espiritu juvenil que recorre bares con su cesta al hombro pregonando las bondades de su producto: "almendritas recién tostadas, la mejores del Palo" "caballero, ¿quere usted unas almendritas?. Quien se niega a tal reclamo.



Un buen fin de semana.
Que se repita, que se repita.


4 comentarios:

  1. Qué buen finde! Yo soy fan de Sanchez Perrier, del que hasta hace unos diez años desconocía todo. Antes de que Tita nos dejara ver su maravillosa colección particular, creía que Sanchez Perrier había sido uno de los fundadores de la Seguridad Social. Así de bruta era. Si algún día me toca la primitiva a lo grande, lo primero que haré es pujar por algún cuadrito suyo. Algún molino de agua del Guadaira, seguramente. Un abrazo.

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    1. Los molinos son preciosos. Es curioso que a nivel internacinal es más conocido por sus cuadros sobre Venecia y, sin desmerecerlos, yo prefiero las imagenes ribereñas. De todas forma si me tocase una pasta gansa no creo que me comprara ningún cuadro, los cuadros deben de estar donde todo el mundo los pueda disfrutar y no hacer como el cutre ese de Marbella que los tenía en el cuarto de baño.

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  2. Sardinas, ahí es nada: tan simple, tan humilde, tan antigua y sencilla comida; pero que torrente de sabores puros y agradecidos.
    Cómo sabes ponerle a uno el colmillo afilado.

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    1. Maravillosas sardinas. Paco, recuerdame que un día te cuente la historia de un amigo mío, capataz de un cortijo en plena sierra al que un día cogío el señorito comiendo sardinas y gazpacho. A ese si que se le puso el colmillo afilao.

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