Si el Puerto de Santa María es
silencio y morriña, Jerez de la Frontera
es bullicio elevado a la quinta potencia, zambombas y guitarras, terrazas
repletas y catavinos por doquier llenos de Fina La Ina o Tío Pepe. Un centro
histórico abarrotado de terrazas y “gente guapa”, bien vestidos, con esa
elegancia, con esos andares de señorío que no se aprenden, sino que se maman
desde la más tierna infancia, que parecen que forman parte de la cadena de ADN,
un gen selecto y exquisito que se tiene o te jodes colega. ¡Cuántos pañuelitos
a juego asomando coquetos del bolsillo superior de las chaquetas! ¡Cuántas
estolas de pieles cubriendo esbeltos cuellos de señoronas! ¡Cuántos sombreros
bien puestos ocultando alopecias galopantes! ¿Cuánto, cuánto guante y bufandas
Loewe! ¡Cuánto de to, leches!
El hotel Ítaca está en todo el
centro, muy muy cerquita del mercado de abastos, tres pasos mal contados y
estamos en la Plaza del Arenal, centro neurálgico de la que parten todos los
caminos, salsa de todos los guisos, con ese centro escultural con
regustos de un antaño muy cercano y que aún hoy perdura en estos procelosos
tiempos, y presidiéndolo todo un caballo, animal totémico y omnipresente en
todo y cada uno de los rincones de esta hermosa ciudad.
Y ya que estamos aquí vamos a
echar la mañana fuera, paseando y conociendo, viendo y deleitándonos. Empezamos
por el mercado, no me puedo resistir a un buen mercado, aunque hoy de pescados
la cosa está escasilla; después el Alcázar, la Catedral, vueltas y vueltas por
callejuelas y plazoletas (la plaza de los Plateros, la del Progreso, la de la
Asunción….), un largo y fecundo paseo. Un descanso en la terraza del
Restaurante La Cruz Blanca para refrescar el gaznate mientras observamos la variopinta fauna que
desfila ante nuestros ojos. Después del refrigerio más vueltas por laberínticas
calles mientras hacemos tiempo y ganas.
Cuando llega el momento, ni antes
ni después, llegamos a Albores, c/
Consistorio nº 12, teléfono 956320266, y menos mal que teníamos reservado
con tiempo porque aquello estaba hasta los topes y con una lista de gente
haciendo cola esperando mesa que ni te cuento. El local es alargado y con una
buena barra en el lateral del fondo, una mesa alta central y el otro lateral
llenos de mesitas bajas, al fondo una salita con varias mesas y fuera una
espléndida terraza. El servicio es profesional y ágil y la comida surge de esa
cocina a velocidad de vértigo. El único inconveniente que le veo es que al
estar constantemente la puerta abierta por el ajetreo del servicio a la
terraza, dentro corre un ligero frescor.
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El restaurante Albores. |
De bebidas tomamos cerveza 1,30 €, servida en maceta y
copa de manzanilla La Guita 1,50 €. La carta es amplia y se puede
pedir algunas cosas por tapas, y otras por medias o raciones completas, nos decidimos
para empezar por:
A diferencia de otras sardinas
que están de moda y son marinadas, estas estaban ahumadas, con lo que el sabor
y la textura cambian totalmente. Estando buenas, aun así me gusta más la
delicadeza de las marinadas. Por cierto, información extra para los amantes de
las sardinas preparadas como si fuesen anchoas: en el Dia venden unas bolsitas
con cuatro sardinas anchoadas al precio de 1,45 € que están de muerte preparadas
sobre una tosta con tomate rayado, perejil picado y un poco de aceite.
Buenísimas, una combinación
ganadora.
Seguimos con Pulpo en tempura con patatas, cachelos y salsa cremosa de ajos (8 € ½ ración).
Estupendo el pulpo, la tempura en su punto y los acompañamientos muy buenos.
Acabamos con Kabab Kaffe (albóndigas de cordero plancha) con salsa de yogurt y
ensalada de coucous (7,5 ½ ración). De nuevo un acierto, eran unos albondigones
de cordero aplastados y hechos a la plancha con todo el sabor de las recetas árabes,
la salsa de yogurt le pegaba como anillo al dedo.
Lástima de mierdecillas de fotos
que han salido.
En total nos gastamos 32,30 €,
una buena relación calidad-cantida-precio.
Cuando salimos, en una callejuela
aledaño le pegamos la visual a un local supermoderno con una pinta estupenda
que se llama Reino de León y ni
corto ni perezosos nos metimos dentro para rematar la faena y de camino si nos
gustaba para tener localizado un sitio para la noche.
2 copas de un vino gaditano Samaruco 3,65 €/copa. Demasiado caro
Conclusión: No volveremos esta
noche.
Como es natural paseíto para el
hotel y a la piltra a descansar un ratito.
Tarde-noche. Cuando salimos
después del merecido descanso (llámese siesta) con encontramos con una ciudad
en estado de efervescencia, toda ella agrupada alrededor del itinerario de la
cabalgata del cartero real que en esos momentos surcaba por sus céntricas calles.
¡Que mogollón de gente! ¡Cuánto recrio! ¡Lo mismo que en el Puerto que estaba más
vacío que el estómago del pobre Carpanta!
Y nosotros más de lo mismo, paseítos
cogiditos del brazo de aquí para allá, de allá para aquí y tiro porque me toca,
en una recoleta plazoleta de cuyo nombre no tengo ni idea nos tomamos una cerveza oyendo a un conjunto de
carrozones sesenteros lidiar con canciones del año la pera que a mí me encantan,
los tíos tardan media hora en desenredar los cables; tocan tres canciones y
cuando aquello se está animando sin previo aviso se bajan del escenario y se ponen a tomar
gintonic, ¡que arte más grande!
Al final acabamos otra vez en
Albores, esta vez en la barra, donde yo me zampe una tapa de aliño de huevas y
Eva una de ensaladilla, ambas medias palanganas rellenas hasta los topes.
De vuelta a casa, lease hotel, no
me puede resistir y a regañadientes de Eva nos paramos en una muy afamada pulpería (Pulpo y aparte)
que hay en una de las esquinas de la plaza del Arenal y como digestivo remate acabamos
con una media ración de pulpo a feira,
eso sí, sin patatas para no abusar.
En definitiva, un buen día.
Mañana de vuelta a casa.
Escapada Navideña, días anteriores:
Día 1: El Campero-Barbate
Día 2: El Faro-El Puerto de Santa María
Escapada Navideña, días anteriores:
Día 1: El Campero-Barbate
Día 2: El Faro-El Puerto de Santa María
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