Este domingo 2 de noviembre tenía
planeado salir con Eva y Juan Pedro a coger níscalos (lactariuus deliciosus)
pero al llegar a nuestro destino un señor desde lejos empezó a pegarnos voces diciéndonos
“muchachos que os van a pegar un tiro, que hay montería, estáis locos” el caso
es que efectivamente había montería y nos tuvimos que volver cantando bajito,
sólo nos dio tiempo a coger dos hermosos ejemplares junto a la carretera. No es que sea una seta que aprecie
especialmente, todo lo contrario, en mi escala de preferencias está muy a la
cola; pero a Eva le encanta que se las prepare cocinadas en un plato clásico
oriundo de la sierra de Aracena “pollo de corral con níscalos, castañas y almendras” y a mí me gustan o bien al ajillo con gambas, como me enseño mi
amigo Isidoro, o bien en un plato que me saqué de la manga hace un año “níscalos con chistorras”. Así que sin falta este próximo sábado no tendré más remedio
que ir a coger una cestita.
El caso es que una vez fastidiado
el plan y como tenía la mañana por delante me puse a dar una vuelta por los alrededores
del pueblo y, una aquí, otra acá y la tercera más allá, a lo tonto llené una
cestita de boletus edulis y amanitas cesáreas.
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Los dos níscalos, las manitas y los boletus |
Por la noche, ya en Sevilla, esa fué nuestra cena.
Estaba de un perezoso que me subía por las paredes, apatico perdido y no tenía ni ganitas de hacerme nada de comer; me estaba tomando una cervecita bien fría y no dejaba de darle vuelta a las setas que me esperaban en el frigo, pero pensar en ponerme a picar ajitos y perejil me daba cansancio, ahora que lo pienso tiene mandangas la cosa.
Al final opte por una decisión salomonica, cocinarlas al pelo, con un chorrito de aceite, sal y listo Federico. Pongo la plancha, la pringo con aceite y deposito cariñosamente los boletus cortados , los níscalos y las amanitas, los riego con unas gotas de aceite y los espolvoreo con sal y a dejar que cariñosamente se vayan haciendo, una vueltecita por aca, otra por alla y en diez minutos preparados.
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Maravilla de plato que me metí entre pecho y espalda |
En la imagen de arriba se observan las tres setas y sus diferentes colores y texturas, a la izquierda los untuosos boletus laminados, en medio la delicada y deliciosa amanita cesarea y a la derecha el recio y anaranjado lactarius.
Les hice los honores con una par de copas de Valpincia, un crianza de Ribera del Duero con una buena relación calidad precio.
Doy fe de que estaban de muerte, aunque mi mujer , mientras las paladeaba con fruicción y deleite, no dejó de decirme que con un poco de ajito y perejil hubiesen estado mucho mejor; como siempre desde que el mundo es mundo, las mujeres llevan razón y si no la llevan a ver quien es el guapo que se lo dice.
La próxima vez bien espolvoreadas con ajito y perejil, faltaría más.
A la plancha, sin más. No la toques ya más, que así es la seta. Jjjjjjj. Y lo digo con J juanramoniana, eh? El otoño es así, tiene pobre prensa, pero también sus lujos.
ResponderEliminarMe da a mi que el otoño esta subiendo entero en el parqué de las estaciones y que poco a poco se esta ponendo en cabeza del pelotón. Si por mi fuese la votaria sin dudarlo y creo que Juan Ramón también lo haría, Zenobia no tanto.
EliminarMuy cierto: el ajopicaditoconperejil lo tenemos (con razón) muy asociado a las setas, pero si hay buen género (como dices que te pasó a ti) un golpe de AOVE y algo de sal dan un resultado estupendo.
ResponderEliminarEn esta época me permito recomendaros a Eva y a ti que os deis un garbeo por Martín Blanco, junto a la Facultad de Psicología de la US. Cocina casera no solo pero muy a base de setas. Y esta es la época, claro. Saludos :)
Gracias Susana por el comentario y por la recomendación, que sin la menor duda seguiremos.
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